Al parecer, cuando el cerebro se queda sin energía, puede empezar a “comerse” su propia grasa. Así de intenso. Eso sugiere un nuevo estudio hecho con corredores de maratón.
Investigadores en España escanearon los cerebros de 10 personas antes y después de correr 42 kilómetros. Y lo que encontraron no se había visto antes.
Durante la carrera, el cerebro quema tanta energía que, al acabarse la glucosa, algunas neuronas podrían recurrir a su recubrimiento graso: la mielina.
La mielina es como una funda que envuelve las neuronas. Ayuda a que los mensajes viajen rápido. Pero ahora se sospecha que también sirve como reserva de energía.
Eso sí, solo se usaría en casos extremos, cuando no hay otra fuente disponible. Como correr una maratón sin parar durante horas.
El equipo, liderado por Pedro Ramos-Cabrer y Alberto Cabrera-Zubizarreta, notó cambios en la mielina justo después de la carrera, especialmente en zonas que controlan el movimiento, la emoción y la percepción.
Entre 24 y 48 horas después de correr, los escaneos mostraban una pérdida notable de mielina. Pero lo curioso es que con el tiempo empezó a recuperarse.
Dos semanas después, los niveles subían de nuevo. Y dos meses más tarde, en seis participantes que siguieron con los controles, ya casi se habían estabilizado.

Los autores del estudio creen que la mielina actúa como una “red de seguridad”. Si no hay glucosa, el cerebro saca energía de donde puede, sin destruirlo todo.
A esta teoría la llamaron plasticidad metabólica de la mielina. Básicamente, la idea es que el cerebro no es tan delicado como pensábamos: puede adaptarse para sobrevivir.
Hasta ahora se creía que el cerebro evitaba usar grasa como fuente de energía, incluso en situaciones extremas. Este estudio sugiere lo contrario.
Aunque el estudio es pequeño y aún se basa en marcadores indirectos, encaja con hallazgos recientes en ratones. En ellos también se vio que la mielina puede servir como reserva de grasa.
Eso sí, perder mielina no es poca cosa. Está relacionada con enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple. Por eso preocupa que el cerebro la use como combustible.
Pero al parecer, solo toma la mielina de algunas zonas, no de todo el cerebro. Es como si sacrificara una parte para proteger el conjunto.
Esto también podría explicar por qué, justo después de una maratón, los corredores reaccionan más lento y tienen peor memoria. Luego, todo vuelve a la normalidad.
Los investigadores creen que esta capacidad podría ser una adaptación evolutiva. Las zonas más nuevas del cerebro tienen más mielina.
Quizá gracias a eso nuestros antepasados podían correr largas distancias cazando sin perder la concentración. Y hoy seguimos haciéndolo… pero por medallas.
El estudio completo fue publicado en Nature Metabolism. Y sí, tu cerebro tiene su propio plan B cuando se queda sin energía.