Una terapia de intervención temprana podría reducir el diagnóstico de autismo en niños

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Una terapia de intervención temprana podría reducir el diagnóstico de autismo en niños

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Un innovador estudio ha logrado reducir el diagnóstico clínico del trastorno del espectro autista en dos tercios.

Signos tempranos

El trastorno del espectro autista (TEA) es un conjunto amplio de condiciones  relacionadas con el desarrollo del cerebro. Afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras personas, y comprende afecciones que anteriormente se consideraban independientes, como el autismo y el síndrome de Asperger.

El diagnóstico del TEA se basa en los criterios descritos en el DSM-5 de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Aquí se consideran los déficits persistentes en las interacciones sociales y las emociones recíprocas. Además, el diagnóstico considera la ausencia de interés en los amigos, los movimientos o el habla repetitivos y las reacciones extremas o inusuales a los estímulos.

Usualmente un niño es diagnosticado alrededor de los dos años de edad, pero hay signos que pueden ocurrir mucho antes. En un reciente e innovador estudio, luego de realizarse una intervención en bebés con signos tempranos de autismo, se logró reducir el diagnóstico clínico en dos tercios.

«Muchas terapias para el autismo han intentado anteriormente reemplazar las diferencias de desarrollo con comportamientos más ‘típicos’. Por el contrario, iBASIS-VIPP trabaja con las diferencias únicas de cada niño y crea un entorno social alrededor del niño el cual les ayuda a aprender de la mejor manera para ellos», comenta Jonathan Green, de la Universidad de Manchester.

Tratamiento a largo plazo

El iBASIS-Video Interaction to Promote Positive Parenting (o VIPP) es un tratamiento que enseña a los padres a cambiar la forma en que interactúan con sus bebés para estimular su desarrollo sociocomunicativo. El equipo lo llama terapia mediada por padres y aunque reciba ese nombre no tiene el objetivo de ser una «cura» para el autismo, sino un enfoque dirigido a «reducir la discapacidad a largo plazo» del TEA.

«Estos hallazgos son la primera evidencia de que una intervención preventiva durante la infancia podría conducir a una mejora tan significativa en el desarrollo social de los niños«.

Los investigadores se interesaron por los primeros síntomas en los niños, como evitar el contacto visual y usar menos palabras que sus compañeros. Entonces, rastrearon a 103 bebés que tenían estos primeros signos de TEA, desde los 9 meses hasta los 3 años, en un experimento ciego y aleatorio. Del total, 50 bebés recibieron iBASIS-VIP y, los otros 53 recibieron atención normal.

Del primer grupo, 45 fueron evaluados nuevamente a los 3 años, de los cuales 3 alcanzaron el umbral clínico para ser diagnosticados con autismo. Esto en contraste con 9 de los 45 que recibieron atención regular, una diferencia de dos tercios.

No es una enfermedad

Los resultados son muy prometedores, no obstante deben resolverse algunos detalles importantes. Como el hecho de que los niños solo fueron seguidos por 3 años. Si bien esa es la edad límite para el diagnóstico clínico del TEA, es posible que los síntomas en algunos de estos niños cambien o aparezcan después.

«El autismo no es una enfermedad y no es algo que deba curarse o atenuarse, por lo que la forma en que este estudio evaluó el impacto de la intervención en la ‘gravedad del comportamiento del autismo‘ puede causar preocupación entre muchas personas autistas y sus familias», señala Tim Nicholls, portavoz de Sociedad Nacional Autista del Reino Unido.

«Es importante que cualquier estudio adicional sobre la intervención muy temprana no busque disminuir la ‘gravedad’; la intervención temprana debe consistir en apoyar a las personas autistas con los mayores desafíos que enfrentan.»

Andrew Whitehouse, investigador sobre autismo del Telethon Kids Institute y primer autor del estudio ha dicho: «Esto es un santo grial en el área de la salud infantil«. Y no es para menos pues contribuye significativamente al diagnóstico oportuno y al desarrollo sociocomunicativo de los niños en el TEA de la mano de sus padres.