Hace aproximadamente 95 millones de años, durante el período Cretácico, un dinosaurio carnívoro conocido como Tameryraptor markgrafi vivía en lo que ahora es África. Este depredador formaba parte de la familia de los Carcharodontosauridae, un grupo de dinosaurios terópodos con características impresionantes.
En 1914, se encontraron los restos de este dinosaurio cerca de Ain Gedid, Egipto, en una zona conocida como la Formación Bahariya. Estos fósiles fueron estudiados por primera vez en 1931 por el paleontólogo alemán Ernst Stromer von Reichenbach, quien inicialmente los clasificó como Carcharodontosaurus saharicus. Según sus descripciones, el esqueleto parcial incluía fragmentos de cráneo, vértebras, huesos de la cadera y extremidades.
Además, Stromer encontró un diente que lo llevó a proponer el género Carcharodontosaurus para este dinosaurio. Sin embargo, los fósiles originales se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial debido a bombardeos en Múnich, dejando solo las notas, dibujos y un molde del cráneo que se conserva en Berlín.
Décadas después, un equipo de investigadores liderado por el Dr. Maximilian Kellermann revisó estos registros históricos y se sorprendió al descubrir diferencias significativas entre este espécimen y otros fósiles de Carcharodontosaurus hallados en Marruecos. Esto los llevó a concluir que Stromer había clasificado erróneamente a este dinosaurio.
Los investigadores determinaron que el fósil representaba una especie completamente nueva, a la que llamaron Tameryraptor markgrafi. Este dinosaurio medía casi 10 metros de largo, tenía dientes simétricos y un cuerno prominente en el hocico, características que lo hacían un cazador imponente.
El equipo también encontró que el Tameryraptor markgrafi estaba estrechamente relacionado con otros dinosaurios depredadores del norte de África, Sudamérica e incluso Asia, como los metriacantosaurios. Esto demuestra que la fauna de dinosaurios del norte de África era mucho más diversa y compleja de lo que se pensaba anteriormente.
El Dr. Oliver Rauhut, uno de los autores principales del estudio, destacó la importancia de combinar excavaciones en campo con el análisis de registros históricos. Aunque estos hallazgos son significativos, señaló que será necesario recuperar más fósiles en la región para comprender mejor a los depredadores del Cretácico.
El descubrimiento y la reevaluación del Tameryraptor markgrafi fueron publicados en la revista científica PLoS ONE. Este trabajo no solo amplía nuestro conocimiento sobre los dinosaurios de África, sino que también subraya cómo los avances científicos pueden reescribir la historia de la vida en la Tierra.