La última Starship de SpaceX termina destruida sobre el Océano Índico

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La última Starship de SpaceX termina destruida sobre el Océano Índico

El cohete SpaceX Starship se lanza desde Starbase, Texas, visto desde South Padre Island el 27 de mayo de 2025. (Sergio FLORES/AFP)

El martes, el cohete Starship de SpaceX explotó sobre el Océano Índico. Otro vuelo fallido para el sueño marciano de Elon Musk.

Este cohete es el más grande y potente jamás construido. Despegó desde Starbase, Texas, a las 18:36, con mucha expectativa encima.

Había emoción entre los ingenieros de SpaceX. Las dos pruebas anteriores terminaron mal, con explosiones sobre el Caribe.

Pero esta vez no tardaron en aparecer los problemas. La primera etapa, el cohete Super Heavy, debía caer en el Golfo de México. En cambio, explotó.

La nave superior tampoco funcionó del todo bien. No logró abrir sus puertas para liberar los simuladores de satélites Starlink.

Aun así, voló más lejos que antes. Pero comenzó a perder combustible y girar sin control en pleno espacio.

La misión duraría 66 minutos, pero a los 45 se perdieron las señales. No llegó a la zona de amerizaje cerca de Australia.

SpaceX publicó que la Starship tuvo un “desmontaje rápido e imprevisto”, una forma elegante de decir que explotó.

Elon Musk no se desanimó. Prometió acelerar el ritmo de lanzamientos: uno nuevo cada 3 o 4 semanas.

Eso sí, no dijo nada sobre la transmisión prometida sobre Marte que SpaceX venía promocionando.

La nave mide 123 metros. Está pensada para ser reutilizable y lanzar misiones a bajo costo. Musk sueña con hacer a la humanidad multiplanetaria.

NASA también apuesta por Starship. Planea usar una versión modificada como módulo de aterrizaje para Artemis 3, que llevará humanos de nuevo a la Luna.

Antes del lanzamiento, decenas de fanáticos se reunieron en Isla Blanca Park, en South Padre Island, para ver el despegue.

Algunos turistas salieron en bote a ver el momento desde el agua. Musk, mientras tanto, miraba todo desde el centro de control, con su camiseta “Occupy Mars”.

Piers Dawson, un australiano de 50 años, viajó a Estados Unidos solo para ver el lanzamiento. Se llevó a su familia, incluso sacó a su hijo del colegio.

Otro espectador, Joshua Wingate, dijo que no hay fracasos en la ciencia, porque cada intento enseña algo nuevo.

Este fue el noveno vuelo de prueba con la nave montada sobre su cohete Super Heavy.

SpaceX confía en su filosofía de “falla rápido, aprende rápido”, que ya le sirvió para liderar los vuelos espaciales comerciales.

Un logro del equipo: han conseguido atrapar el cohete con brazos robóticos en tres ocasiones. Eso será clave para reutilizarlo rápido y bajar costos.

En este vuelo, por primera vez usaron un cohete ya reciclado. No intentaron atraparlo, sino probar un descenso más agresivo.

La FAA autorizó aumentar los lanzamientos de cinco a 25 por año. Afirmaron que no afecta al medio ambiente, aunque hubo quejas por posibles daños a tortugas y aves.

SpaceX sigue fallando, pero también sigue aprendiendo. Para Musk, cada explosión es un paso más cerca de Marte.