Hace 540 millones de años, antes de la gran explosión de diversidad en la Tierra, algunos animales empezaban a desarrollar los primeros esqueletos. Este es un punto importante en la evolución biológica del que sabemos muy poco debido al limitado registro fósil. Sin embargo, algunos fósiles nos permiten completar la imagen de aquellas formas de vida hoy extrañas.
Ahora, unos fósiles recién encontrados en China amplían nuestro conocimiento sobre esa era. Estos tienen 514 millones de años de edad y conservan el tejido blando de cuatro criaturas marinas muy parecidas a unos gusanos. La investigación se publicó en The Royal Society.
Inicialmente, se pensaba que este género extinto, Gangtoucunia, era un pariente de los gusanos como las lombrices de tierra, caracterizadas por una segmentación horizontal de su cuerpo. Pero los nuevos resultados sugieren que está estrechamente relacionada con los pólipos cnidarios, como las medusas, las anémonas de mar y los corales.
Tentáculos en la boca
A primera vista quizá no parecen los animales más simpáticos que hayan existido: su boca era un tubo rodeado por tentáculos retráctiles de aproximadamente 5 milímetros de largo. Tenían un intestino dividido en cavidades longitudinales que formaba la mayor parte de su cuerpo. Y en su exterior, una cubierta dura de fosfato de calcio los protegía y moldeaba. Este es un mineral que también se encuentra en los huesos humanos.
«Es realmente un descubrimiento único en un millón. Estos misteriosos tubos a menudo se observan en grupos de cientos de individuos, pero hasta ahora se los consideraba fósiles «problemáticos» porque no teníamos forma de clasificarlos», comenta el paleobiólogo Luke Parry de la Universidad de Oxford. «Gracias a estos nuevos especímenes extraordinarios, una pieza clave del rompecabezas evolutivo se ha colocado firmemente en su lugar«.
La corona de tentáculos de estos pólipos primitivos solo ha sido vista entre los pólipos de los cnidarios, como las medusas, el cual es una fase sésil anterior a la de nado libre. Como pólipos jóvenes, las medusas tienen forma de jarrones, con un extremo adherido a una superficie y otro abierto al mundo marino. Los tentáculos en la entrada les ayudan a atrapar la presa y meterla en su boca.
El primer esqueleto, un esqueleto externo
Con estos nuevos hallazgos, los investigadores concluyeron que la especie Gangtoucunia aspera es un antiguo pólipo del lecho marino dentro o cerca de un subclado cnidario conocido como medusozoa. La mayoría de los animales en este subclado, como las llamadas «medusas verdaderas», finalmente desarrollan habilidades de natación libre. Otros, como algunas especies de hidrozoos, siguen siendo pólipos toda su vida. Las colonias de pólipos de hidrozoos también pueden construir esqueletos similares a los fósiles de G. aspera.
«Curiosamente», señalan los autores, «no recuperamos una relación cercana entre Gangtoucunia en un clado con otros medusozoos con exoesqueletos de fosfato de calcio, lo que sugiere que los materiales de construcción de tubos podrían tener una historia evolutiva temprana compleja, posiblemente debido a pérdidas convergentes y reducción de fosfato de calcio en los esqueletos a medida que se volvió menos disponible durante el Paleozoico».
En otras palabras, los esqueletos externos no surgieron una sola vez, sino que evolucionaron varias veces en múltiples linajes diferentes.
La diversificación del esqueleto animal podría haber sido un gran impulsor detrás de la propia explosión del Cámbrico. Incluso a partir de la poca evidencia encontrada, está claro que los animales con forma de tubo estaban apareciendo antes de la explosión de diversidad animal que una vez tomó por asalto nuestra vida.