El cambio climático no solo afecta la Tierra, también puede hacer que la basura espacial permanezca más tiempo en órbita. Un estudio del MIT, publicado en Nature Sustainability, advierte sobre este problema.
Si seguimos emitiendo grandes cantidades de gases de efecto invernadero, la basura espacial tardará más en caer, lo que reducirá el espacio disponible para nuevos satélites en órbita baja.
Hoy en día, hay un límite en la cantidad de objetos que pueden operar con seguridad entre 200 y 1000 kilómetros de altitud. Si se satura, las colisiones serán inevitables.
Cuando un satélite choca, se fragmenta en miles de pedazos incontrolables. Este efecto en cadena se conoce como síndrome de Kessler y puede hacer que la órbita baja se vuelva inutilizable.
El problema es que el calentamiento global está alterando la atmósfera terrestre. Normalmente, la resistencia del aire ayuda a que la basura espacial caiga y se queme al reingresar.
Pero con el aumento de dióxido de carbono, la termosfera se contrae. Esto reduce la resistencia atmosférica, haciendo que los desechos espaciales tarden mucho más en salir de órbita.
Los científicos del MIT usaron modelos atmosféricos para predecir qué pasará con la basura espacial en 2100 bajo distintos escenarios de emisiones de CO₂.
Descubrieron que en un escenario de altas emisiones, la cantidad de satélites que se desorbitan se reducirá drásticamente. Esto haría que la órbita baja se llene de basura inservible.
En el peor caso, la capacidad de la órbita baja podría reducirse un 82 % durante los períodos de menor actividad solar. Eso significa menos espacio para nuevos satélites.
Hoy hay casi 12.000 satélites activos y unos 20.000 fragmentos de basura espacial en órbita. Aún no estamos en un punto crítico, pero el riesgo está aumentando.
Con el auge de proyectos como Starlink, que planean lanzar miles de satélites más, la acumulación de objetos en el espacio podría salirse de control.
Si no tomamos medidas, el problema solo empeorará. A largo plazo, podríamos perder la capacidad de operar con seguridad en la órbita baja.
“Es crucial entender cómo el entorno espacial está cambiando y qué impacto tiene en la sostenibilidad de las operaciones satelitales”, advierten los investigadores.
La solución no es sencilla, pero podría incluir una mejor regulación del lanzamiento de satélites y estrategias para retirar la basura espacial de manera más eficiente.
Si seguimos ignorando este problema, la órbita baja podría volverse un caos incontrolable, limitando el uso de satélites esenciales para comunicaciones, navegación y observación de la Tierra.