Hace unos días, un grupo de astrónomos, liderados por Nikku Madhusudhan de la Universidad de Cambridge, anunció que habían encontrado el indicio más fuerte de vida extraterrestre.
Usando el Telescopio Espacial James Webb, investigaron la atmósfera del planeta K2 18b, que está a unos 125 años luz de nosotros. Ahí encontraron moléculas relacionadas con la vida.
Según Madhusudhan, las características de K2 18b —su masa, tamaño y distancia de su estrella— apuntan a que podría ser un “mundo oceánico lleno de vida”.
El hallazgo fue presentado en una charla en vivo el 17 de abril y publicado en The Astrophysical Journal Letters. Eso sí, pidieron cautela: hace falta más evidencia.
Otros astrónomos, como Laura Kreidberg del Instituto Max Planck, son más escépticos. Dicen que es muy pronto para gritar «¡extraterrestres!» y que aún hay muchas dudas.
¿Pero qué sabemos de K2 18b? Este planeta fue descubierto en 2015 con el telescopio Kepler. Está en la “zona habitable” de su estrella, donde podría existir agua líquida.
Eso sí, no basta con estar en la zona habitable. K2 18b es 2.6 veces más grande que la Tierra y 8.6 veces más masivo. No se parece a ningún planeta nuestro.
Se clasifica como un “sub-Neptuno” o “mini-Neptuno”. Y, como no tenemos uno cerca para estudiar, los astrónomos usan modelos teóricos para adivinar su composición.
Madhusudhan y su equipo creen que K2 18b podría ser un mundo «Hycean», es decir, un planeta con un océano global bajo una atmósfera rica en hidrógeno.
El fondo de esa atmósfera sería muy denso y no habría suelo sólido como en la Tierra. ¡Una especie de océano flotante!
Para saber qué hay en su atmósfera, los astrónomos observaron cómo la luz de su estrella cambia al pasar por ella. Cada molécula deja su huella en la luz.
El James Webb es experto en detectar estas huellas en el infrarrojo. En 2023, ya habían visto indicios de sulfuro de dimetilo (DMS), una molécula que en la Tierra solo produce la vida.
En abril de 2024, usando otro instrumento, encontraron más señales de DMS y también dimetil disulfuro, otra posible pista de vida. Publicaron estos datos en The Astrophysical Journal Letters.
En la Tierra, el DMS lo producen organismos marinos como el fitoplancton. No se conoce otra forma natural de generarlo, aunque sí se ha visto en cometas y en laboratorios.
Kreidberg advierte que, aunque el DMS sea una posible firma de vida, aún es pronto para afirmarlo. La detección actual tiene un nivel de certeza de 3 sigma; lo ideal es 5.
Además, estas mediciones son súper difíciles. Un pequeño error en el telescopio podría dar resultados engañosos. Hay que repetir las observaciones para confirmarlo.
Todos coinciden en algo: necesitamos más datos. Tal vez basten 20 o 30 horas más del James Webb para saberlo con más seguridad.
Mientras tanto, toca ser pacientes. El camino para confirmar vida fuera de la Tierra será lento, lleno de avances pequeños y de mucha cautela científica.