Hallan un asombroso fósil de pez de 15 millones de años en el desierto australiano

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Hallan un asombroso fósil de pez de 15 millones de años en el desierto australiano

El espécimen holotipo de Ferruaspis brocksi. (McCurry et al., J. Vertebr. Paleontol., 2025)

En Australia, en medio de unas praderas secas, hay un lugar que parece sacado de otro mundo: McGraths Flat. Ahí siguen apareciendo fósiles que sorprenden a los científicos.

Hace poco, un grupo de paleontólogos encontró algo increíble: una nueva especie de pez fosilizado que vivió hace 15 millones de años, en pleno Mioceno.

El fósil está tan bien conservado que pudieron ver hasta su color y lo último que comió antes de morir. Sí, ¡después de millones de años!

El equipo, liderado por Matthew McCurry del Museo Australiano, publicó el hallazgo en la revista Journal of Vertebrate Paleontology.

Al pez lo llamaron Ferruaspis brocksi, en honor al paleontólogo Jochen Brocks, quien encontró varios de estos peces en McGraths Flat.

Brocks se sorprendió porque hasta ahora solo habían hallado fósiles de plantas e insectos ahí. Este fue el primer vertebrado. Y además, es precioso.

El hallazgo abre la puerta para entender cómo eran los peces de agua dulce en Australia y cómo eran sus ecosistemas hace millones de años.

Lo más loco es lo bien que se conservó este fósil. Incluso sus tejidos blandos están intactos, algo rarísimo en paleontología.

Estos lugares tan especiales se llaman Lagerstätten: yacimientos donde los fósiles conservan detalles finísimos, incluso cosas más pequeñas que una célula.

McGraths Flat es uno de ellos. Está hecho de goethita, una roca rica en hierro que ayudó a preservar los fósiles como si fueran fotos.

El F. brocksi pertenece a una familia de peces llamada osmeriformes, que incluye al eperlano y al tímalo australiano.

Hasta ahora, no había fósiles de esa familia en Australia. Así que nadie sabía cuándo llegaron o cómo evolucionaron.

Pero gracias a este descubrimiento, los científicos pueden empezar a armar ese rompecabezas evolutivo.

Además, el contenido del estómago del pez reveló que era un comedor oportunista. Comía insectos, bivalvos y, sobre todo, larvas de mosquito.

La cola de un ejemplar con una larva parásita de bivalvo. (McCurry et al., J. Vertebr. Paleontol., 2025)

Estas larvas crecen en el agua, y eran el plato favorito del F. brocksi. Eso da pistas sobre su entorno.

Uno de los fósiles incluso tenía un parásito pegado en la cola: un mejillón de agua dulce juvenil llamado gloquidio.

Estos mejillones se adhieren a los peces para moverse por los ríos. Así se dispersan río arriba o río abajo.

Usando microscopios potentes, los científicos también vieron melanosomas en la piel del pez, unas estructuras que le daban color.

Descubrieron que el pez era más oscuro arriba y más claro abajo. También tenía dos franjas negras a lo largo del cuerpo.

Es la primera vez que se usa esta técnica para reconstruir el patrón de color de un pez extinto. Antes solo se había hecho con plumas.

El yacimiento sigue dando sorpresas. Ya encontraron una araña gigante y una pluma de ave, pero hay mucho más por estudiar.

Según McCurry, estos fósiles muestran que la zona fue un bosque tropical húmedo, lleno de vida, hace entre 11 y 16 millones de años.

Y gracias a McGraths Flat, ahora tenemos una ventana directa a ese antiguo y vibrante mundo perdido.