Hace 66 millones de años, un asteroide impactó en la Tierra y desencadenó la extinción masiva que terminó con el dominio de los dinosaurios. Un reciente estudio, publicado en Science, revela que esta roca espacial provenía de una remota región del Sistema Solar, más allá de la órbita de Júpiter, en los fríos y oscuros confines del espacio.
El evento Chicxulub, como se conoce al impacto, fue causado por un asteroide, según concluye el equipo internacional de investigadores que descarta la posibilidad de que fuera un cometa. Este hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre la historia de la Tierra y su interacción con el Sistema Solar.
Rocas espaciales
Desde sus primeros días, la Tierra ha sido golpeada repetidamente por grandes cuerpos espaciales. Se cree que impactos cometarios jugaron un papel crucial en la entrega de agua a nuestro planeta, y se pueden rastrear, aunque con dificultad, varios cráteres enormes que son testigos de colisiones pasadas.
La Tierra también ha experimentado varias extinciones masivas, pero solo una, la del Cretácico-Paleógeno hace 66 millones de años, ha sido definitivamente vinculada a un impacto. Este evento fue responsable de la desaparición de un estimado del 76% de las especies animales, incluidos los dinosaurios que no dieron lugar a las aves actuales.
El asteroide, de unos 10 kilómetros de diámetro, se estrelló en lo que hoy es la Península de Yucatán, dejando un cráter colosal y provocando una cadena de extinciones que transformó el mundo.
La pregunta que siempre ha intrigado a los científicos es: ¿de dónde vino esta roca? Aunque no podemos rebobinar el tiempo para rastrear su trayectoria exacta, podemos examinar las capas de sedimentos depositadas en el momento del impacto, buscando firmas en los minerales que coincidan con tipos conocidos de rocas espaciales.
Siguiendo las huellas
En las capas del Cretácico-Paleógeno, se ha encontrado una mayor proporción de minerales como iridio, rutenio, osmio, rodio, platino y paladio. Estos elementos del grupo del platino son raros en la Tierra, especialmente en la superficie, pero son comunes en los meteoritos, fragmentos de roca que caen del espacio.
Sin embargo, el impacto de Chicxulub no fue el único fenómeno que alteró la Tierra en esa época. Durante casi un millón de años alrededor del límite Cretácico-Paleógeno, la región volcánica conocida como los Traps del Decán estuvo en erupción, liberando material volcánico que también podría ser una fuente de estos elementos en las capas límite.
El equipo de investigadores, liderado por el geoquímico Mario Fischer-Gödde de la Universidad de Colonia, se propuso determinar si estos minerales eran de origen extraterrestre y si podían ser rastreados hasta un tipo específico de roca espacial. Su análisis se centró en el rutenio, cuyos isótopos pueden actuar como una huella dactilar.
Comparando muestras de cinco lugares diferentes y cotejándolas con meteoritos y muestras terrestres, confirmaron que el rutenio del límite Cretácico-Paleógeno era de origen espacial. Es más, se trató de un tipo raro de asteroide llamado condrita carbonácea, proveniente del Sistema Solar exterior, más allá de Júpiter.