Pensamos que el acero inoxidable fue una innovación del siglo XX, cuando los científicos se dieron cuenta que las aleaciones de hierro y cromo resistían la corrosión de ciertos ácidos. Sin embargo, ahora un equipo de investigación encontró que su origen se remonta a la antigua Persia, casi un milenio antes de lo que se pensaba anteriormente.
«Nuestra investigación proporciona la primera evidencia de la adición deliberada de un mineral de cromo en la producción de acero”, dijo el Dr. Rahil Alipour. “Creemos que esto fue un fenómeno persa”.
Los detalles del estudio, que se realizó con ayuda de varios manuscritos persas, fueron publicados en Journal of Archaeological Science.
Cromo en Chahak
Los investigadores han encontrado lo que sería evidencia de acero al crisol con bajo contenido de cromo del siglo XI en lo que ahora es Chahak en Irán. El metal se habría utilizado para fabricar armaduras y armas, incluidas espadas y dagas.
Esta es la primera vez que hemos visto la «producción intencional de un acero con bajo contenido de cromo», explican los investigadores en su artículo, lo que significa que el acero inoxidable ha tenido una historia mucho más larga y variada de lo que los expertos conocieron.
El acero inoxidable también se conoce como acero al cromo. De hecho, es el cromo en la mezcla lo que evita que este se oxide. Aunque la aleación de metal descrita en el estudio no es exacta, muestra cómo se usaba el cromo en esa época.
Chahak (Irán) se describe en una serie de manuscritos históricos que datan de los siglos XII al XIX como un centro de producción de acero que alguna vez fue famoso. En realidad, es el único sitio arqueológico conocido dentro de las fronteras de Irán con evidencia de fabricación de acero al crisol.
Análisis de los hallazgos arqueológicos
El equipo utilizó la datación por radiocarbono en una serie de piezas de carbón extraídas de una escoria de crisol y una escoria de herrería (subproductos que quedaron después de que el metal se separó) para fechar la industria entre los siglos XI y XII d.C.
Posteriormente, el equipo analizó las muestras a través de microscopía electrónica de barrido. Esto les permitió identificar restos del mineral cromita, que casualmente se describe en uno de los manuscritos revisados como un aditivo esencial para el proceso.
El equipo también detectó entre 1 y 2 por ciento en peso de cromo en partículas de acero conservadas en las escorias del crisol. Para los investigadores, esto demuestra que el mineral de cromita sí formó una aleación de acero al cromo, un proceso que no vemos que se vuelva a utilizar hasta finales del siglo XIX y principios del XX.
El cromo adicional habría hecho que las herramientas producidas fueran más duras y fuertes. Sin embargo, los trabajadores de la época también agregaban fósforo. Esto habría hecho que la aleación final fuera más fácil de mezclar, pero más frágil.
“En un manuscrito persa del siglo XIII traducido por el Dr. Alipour, el acero Chahak se destacó por sus patrones finos y exquisitos, pero sus espadas también fueron frágiles, por lo que perdieron su valor de mercado”, describe el profesor Thilo Rehren, coautor del estudio.
Para Alipour, autor principal del estudio, su investigación ofrece la evidencia más antigua conocida de la producción de acero al cromo, la cual se remonta al siglo XI.