Desde que fueron avistados por primera vez en el siglo XVII, los remolinos lunares han intrigado a los científicos. Estas curiosas manchas claras han sido observadas durante siglos; sin embargo, aún no se ha logrado entender completamente su origen.
Ahora un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford y la Universidad de Washington en San Luis (WUSL) ofrece una nueva explicación para este fenómeno. El trabajo fue publicado en el Journal of Geophysical Research: Planets.
Remolinos lunares
A diferencia de la Tierra, la Luna no tiene un campo magnético global que la proteja de las partículas cargadas del Sol, por lo que el viento solar provoca diversas reacciones químicas cuando golpea la superficie lunar. Con el tiempo, las rocas se vuelven más oscuras, pero no siempre es así. Algunas áreas de la Luna parecen estar protegidas por pequeños campos magnéticos locales.
Cada remolino lunar descubierto coincide con uno de estos campos magnéticos locales, aunque no todas las rocas dentro de ellos son reflectantes y no todos los campos magnéticos de la Luna contienen remolinos.
Esta discrepancia ha llevado a diversos estudios recientes a sugerir que los impactos de micrometeoritos en la Luna pueden levantar partículas de polvo cargadas, creando barreras magnéticas locales donde el viento solar se refleja.
Nueva perspectiva
No obstante, los investigadores de Stanford y WUSL cuestionan esta hipótesis. Argumentan que otra fuerza ha ‘magnetizado’ los remolinos lunares, desviando las partículas del viento solar.
El científico planetario Michael Krawczynski de WUSL propone que fuerzas debajo de la corteza lunar también podrían estar en juego. «Otra teoría es que tiene lavas subterráneas enfriándose lentamente en un campo magnético y creando la anomalía magnética», sugiere Krawczynski.
Los científicos han encontrado evidencia de radar de lo que alguna vez fue roca fundida fluyendo justo debajo de la superficie de la Luna. Estos ríos subterráneos de magma enfriado indican un período de actividad volcánica hace miles de millones de años.
Utilizando un modelo de las tasas de enfriamiento de este magma, Krawczynski y sus colegas han examinado cómo un mineral de óxido de titanio y hierro llamado ilmenita, abundante en la Luna y comúnmente encontrado en rocas volcánicas, podría producir un efecto magnetizante.
Los resultados
Los experimentos muestran que, bajo las condiciones adecuadas, el enfriamiento lento de la ilmenita puede estimular granos de hierro metálico y aleaciones de hierro-níquel dentro de la corteza y el manto superior de la Luna para producir un campo magnético poderoso.
«Si vas a crear anomalías magnéticas por los métodos que describimos, entonces el magma subterráneo necesita tener alto contenido de titanio», afirma Krawczynski.
Mucho de lo que se sabe sobre los campos magnéticos localizados de la Luna se deriva de naves espaciales en órbita, que pueden medir el efecto utilizando radar. Lamentablemente, para comprender realmente lo que está sucediendo, es necesario perforar directamente la superficie lunar.
Por esta razón, la NASA enviará un rover al remolino Reiner Gamma en 2025 como parte de su misión Lunar Vertex. En pocos años, los científicos obtendrán la evidencia necesaria para resolver este misterio de una vez por todas.