Luego de casi medio año de pandemia, los beneficios de las mascarillas ya son ampliamente conocidos. Sin embargo, una investigación publicada en el Journal of General Internal Medicine, indica que los tapabocas tendrían una ventaja más para su usuario: una infección más leve.
Según el trabajo de la especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco, Monica Gandhi, es probable que el uso de protectores faciales disminuya el riesgo de enfermarse gravemente con COVID-19.
Esto ocurriría porque las mascarillas reducirían la carga viral a la que estarían expuestas los usuarios. “Mientras más virus ingrese a tu cuerpo, es más probable que te enfermes”, dijo a MedicalXpress, la investigadora.
Las mascarillas y las cargas virales
En todo el mundo, los patrones epidemiológicos parecen proporcionar una pista de esta hipótesis. En países donde el uso de máscaras ya era común, como Japón, Taiwán, Tailandia, Corea del Sur y Singapur, las tasas de enfermedad grave y muerte se han mantenido relativamente bajas.
“Las máscaras pueden prevenir muchas infecciones por completo. También estamos diciendo que las máscaras, que filtran la mayoría de las partículas virales, pueden provocar una infección menos grave si se contrae”, dijo Gandhi. “Si se infecta, pero no tiene síntomas, esa es la mejor manera de contraer un virus”.
La idea de que la carga viral (también conocida como inóculo viral) determina el grado de enfermedad no es nueva, dijo Gandhi. Las descripciones de una curva de dosis-mortalidad (cuánto virus se necesita para causar la muerte de un animal) se publicaron por primera vez en 1938.
Además, las primeras vacunas, que se documentaron en la China del siglo XVI, implicaban exponer a alguien a una pequeña cantidad de virus de la viruela para inducir una enfermedad leve y una inmunidad posterior. Es más probable que el sistema inmunitario reprima un pequeño número de partículas virales antes de que puedan proliferar.
Los investigadores ya han estudiado la dependencia de la dosis experimentalmente con otras infecciones virales, como la gripe. Por ejemplo, en un estudio con voluntarios sanos, aquellos que recibieron una dosis más alta del virus de la influenza A desarrollaron síntomas más severos.
Con el nuevo coronavirus
Algo similar se pudo haber hecho con el SARS-CoV-2, pero debido a que es potencialmente letal, los experimentos sobre el uso de tapabocas y la gravedad de la enfermedad se han limitado necesariamente a animales.
Por ejemplo, en un estudio con hámster, una máscara quirúrgica entre las jaulas de los hámsters infectados y no infectados redujo significativamente la transmisión del coronavirus de Wuhan. Menos hámsters adquirieron el virus y los que sí lo hicieron mostraron síntomas más leves.
Para Gandhi, una de las pistas más claras viene de dos cruceros: uno en Japón y otro en Argentina. En febrero, uno de los primeros brotes de COVID-19 fuera de China ocurrió en el crucero Diamond Princess atracado en Yokohama, Japón. De las 634 personas a bordo que dieron positivo, aproximadamente el 18% de las infecciones eran asintomáticas.
Luego, en marzo, un crucero argentino se encontró en una situación similar, pero de las 128 personas a bordo que finalmente dieron positivo, el 81% eran asintomáticas. Una diferencia clave, señala Gandhi, fue que aquí todos los pasajeros usaron máscaras quirúrgicas, y el personal usó máscaras N95 tan pronto como el primer pasajero se enfermó.
Ciertamente esta enfermedad es nueva y compleja (la edad, dieta, distanciamiento, etc. también juegan un papel); pero si se puede disminuir la severidad de los síntomas, y por ende su mortalidad, es inteligente usar las mascarillas. Protegemos a los otros y a nosotros mismos.
Fuente: MedicalXpress
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