En una pieza de ámbar ha quedado grabado un fenómeno vegetal registrado solo una vez antes.
Germinación precoz
Por millones de años los pinos dominaron la Tierra y evolucionaron para imponer su grandeza incluso luego de la aparición de las plantas con flores. Muchos de sus misterios han quedado escondidos en el tiempo, pero a veces el registro fósil nos regala piezas para alimentar nuestra curiosidad. Tal es el caso de un trozo de ámbar de 40 millones de años que contiene un extraño fenómeno biológico previamente registrado solo una vez en la Tierra.
Las estructuras reproductivas de las coníferas reciben el nombre de estróbilo, pero comúnmente las llamamos piñas o conos. Por lo general, cuando las piñas caen al suelo y el clima es el adecuado se abren liberando sus semillas, las cuales siguen su curso en el ciclo de la vida. Sin embargo, la milenaria pieza amarilla recién descubierta revela en su interior una piña cuyas semillas se encontraban germinando cuando se fosilizó.
La germinación de semillas y el crecimiento de plántulas desde dentro de la planta madre es lo que los científicos llaman «germinación precoz» o «viviparidad de la semilla». Este tipo de desarrollo solo se observa en plantas con flores, pero es igual de raro ya que ocurre en menos del 0.1% de las especies. En las coníferas es casi imposible.
«La germinación de semillas en frutas es bastante común en plantas que carecen de letargo de semillas, como tomates, pimientos y toronjas, y ocurre por una variedad de razones, pero es raro en las gimnospermas«, explica el biólogo George Poinar de la Universidad Estatal de Oregon.
Los científicos solo han observado este fenómeno una vez antes, en 1965, dentro de una sola piña de un pino del Himalaya. En aquel entonces no pudieron averiguar por qué sucedió esto, pero sospechaban que las condiciones muy frías evitaron que la piña se abra y libere sus semillas.
Antes o después del ámbar
La piña en el ámbar proviene de la península de Samland de Rusia y a pesar del tiempo está en perfectas condiciones. Además, es especial porque es el único registro fósil de germinación precoz entre plantas, según los autores.
«Eso es parte de lo que hace a este descubrimiento tan intrigante, incluso más allá de ser el primer registro fósil de la viviparidad de las plantas que involucra la germinación de semillas», afirma Poinar. «Me parece fascinante que las semillas de esta pequeña piña empezaran a germinar dentro del cono y que los brotes hayan crecido tanto antes de morir en la resina».
Aún no sabemos si los embriones germinaron antes o después de quedar atrapados en el ámbar, ya que esto puede ocurrir. Por ejemplo se ha registrado cómo algunos parásitos trataban de huir de la resina amarilla.
«Este primer registro fósil de viviparidad de las semillas en las plantas muestra que la viviparidad de las plantas existió en las gimnospermas durante el Eoceno», concluye Poinar en el estudio.
«Dicha condición probablemente ocurrió mucho antes en las plantas vasculares y no hay ninguna razón por la que la viviparidad no pueda haber existido también en plantas portadoras de esporas como los licópodos y helechos que se remontan al Devónico».