Científicos han propuesto una nueva teoría revolucionaria que busca redefinir el concepto de vida, con la esperanza de que en un futuro pueda ser de utilidad en la búsqueda de vida extraterrestre.
Azar y memoria
Hasta ahora, hemos considerado que el estado de «vida» es binario: algo está vivo o no lo está. Un organismo vivo se reproduce, responde a su entorno, metaboliza sustancias químicas, consume energía y crece. Con la excepción de los virus, este modelo funciona para cada organismo en la Tierra.
Pero si la vida existe en otros rincones del universo, ¿podría estar compuesta por una materia diferente a la nuestra? ¿Es posible que no presente las mismas características visibles, de movimiento y comunicación que conocemos?
Ante estas interrogantes, la astrobióloga Sara Walker de la Universidad Estatal de Arizona y el químico Lee Cronin de la Universidad de Glasgow han postulado una interesante vía para poder identificar una «vida».
Según su teoría, el azar por sí solo no es suficiente para generar las moléculas altamente complejas que se encuentran en todos los seres vivos de manera consistente. Consideran que se requiere una «memoria» y un proceso de creación y reproducción de información compleja, bastante similar a lo que conocemos como «vida».
Walker sostiene que, desde esta perspectiva, debemos concebirnos a nosotros mismos como linajes de información propagada que se encuentran temporalmente agregados en un individuo.
Esta novedosa teoría, denominada «teoría del ensamblaje», predice que las moléculas generadas por procesos biológicos deben ser más complejas que las producidas por procesos no biológicos.
Ensamble en 15 pasos
Para probar esta predicción, su equipo analizó una amplia variedad de compuestos orgánicos e inorgánicos tanto de la Tierra como del espacio exterior. Esto incluyó a bacterias como la E. coli, levadura, orina, agua de mar, meteoritos, drogas, cerveza casera y whisky escocés.
Rompieron los compuestos en pedazos y utilizaron espectrometría de masas para identificar sus componentes moleculares. Luego, calcularon el número mínimo de pasos necesarios para volver a ensamblar cada compuesto a partir de estos bloques, al que llamaron «índice de ensamblaje molecular».
Los únicos compuestos que requirieron 15 o más pasos de ensamblaje provenían de sistemas vivos o procesos tecnológicos.
«Esta podría ser una célula que construye moléculas de alto ensamblaje como las proteínas, o un químico que fabrica moléculas con un valor de ensamblaje aún mayor, como el fármaco contra el cáncer Taxol», explicaron Walker y Cronin.
Si bien algunos compuestos de los sistemas vivos tuvieron menos de 15 pasos de ensamblaje, ningún compuesto inorgánico superó este umbral.
Otra vida
El índice de ensamblaje permite identificar la vida extraterrestre sin requerir que esté compuesta de los mismos materiales orgánicos a base de carbono que las criaturas terrestres.
Además, este índice no se ve afectado por el nivel de desarrollo de la vida extraterrestre, ya sea en una etapa temprana o en un estado tecnológico más avanzado que supera nuestra comprensión. En ambos casos, se producirían moléculas complejas que solo pueden surgir en presencia de un sistema vivo.
Actualmente, el equipo de Walker y Cronin está aplicando el concepto del índice de ensamblaje de 15 a futuras misiones de la NASA, como la Dragonfly, que está programada para mediados de la década de 2030 y volará a través de la densa atmósfera de nitrógeno y metano de Titán.
«Es un buen ejemplo de la ventaja de adoptar un enfoque más amplio de lo que es la vida, ya que Titán es muy diferente a la Tierra», señaló Walker.