Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) se describen, a menudo, como sucesos cargados de recuerdos vívidos, luces brillantes y hasta de una profunda sensación de tranquilidad. Esto según las anécdotas de quienes experimentaron esas situaciones; pero, la información sobre lo que sucede en el cerebro a medida que las personas hacen la transición a la muerte, es escaza o nula.
Registro detallado
La razón de ello es la limitada disponibilidad de registros durante tales sucesos. Aunque algunas veces, surge la posibilidad de obtener información que puede ser estudiada y analizada. Esto sucedió cuando un paciente de 87 años desarrolló convulsiones después de ser operado por una caída y los médicos usaron electroencefalografía para monitorear su condición.
Lamentablemente, el paciente falleció mientas se realizaban las grabaciones de EEG. Pero este evento inesperado permitió a los científicos registrar la actividad eléctrica de un cerebro al borde de la muerte, con un nivel de detalle sin precedentes.
Ya se habían capturado registros de EEG de pacientes retirados del soporte vital, pero nunca algo así.
Los neurocirujanos, que ya publicaron sus observaciones en Frontiers in Aging Neuroscicence, buscaban investigar qué sucedió en los 30 segundos antes y después de que el corazón dejara de latir.
«Vimos cambios en una banda específica de oscilaciones neuronales, las llamadas oscilaciones gamma, así como en otras oscilaciones delta, theta, alfa y beta».
Oscilación neuronal
La actividad cerebral registrada, reveló un aumento en el poder de la banda gamma que interactuaba más con las ondas alfa, un patrón no muy diferente a otros, como los recuerdos.
«Dado que el acoplamiento cruzado entre la actividad alfa y gamma está involucrado en los procesos cognitivos y el recuerdo de la memoria en sujetos sanos, es intrigante especular que tal actividad podría respaldar un último «recuerdo de la vida» que puede tener lugar en el estado cercano a la muerte”, explica Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville.
Estos hallazgos apuntan a un vínculo potencial entre las ondas cerebrales observadas durante la muerte con las experiencias fenomenológicas de las ECM, donde los participantes describen su vida pasando ante sus ojos.
Lo que sabemos sobre las ondas cerebrales durante la recuperación de la memoria respalda la idea de que el cerebro puede pasar por un patrón de actividad estereotipado durante la muerte. Los autores también señalan que los hallazgos son similares a las alteraciones en la actividad neuronal observadas en roedores durante su muerte.
Es importante recalcar que el cerebro del paciente estaba en un estado postraumático; había sufrido hemorragias, hinchazón y convulsiones. Además, el paciente había recibido grandes dosis de medicamentos anticonvulsivos, que pudieron afectar el comportamiento de oscilación neural.
Tampoco hubo exploraciones cerebrales «normales» de referencia de este paciente para comparar la actividad cerebral. Sin embargo, por definición no podemos tener acceso a dichos datos en pacientes sanos cuyas muertes son imposibles de anticipar. Por lo tanto, obtener grabaciones de la fase cercana a la muerte solo podría provenir de un paciente ya enfermo.
Finalmente, Zemmar considera que esta investigación nos permite entender que, aunque las personas «tienen los ojos cerrados y están listos para descansar, sus cerebros pueden estar reproduciendo algunos de los momentos más agradables que experimentaron en sus vidas».