Un equipo internacional de astrónomos ha estudiado una galaxia similar a la nuestra que podría contradecir lo que sabemos sobre la formación de la Vía Láctea. Según los resultados, nuestra galaxia probablemente no adquirió de manera violenta su “disco grueso” central. Los detalles se publicaron en The Astrophysical Journal Letters.
Desde que el satélite Gaia comenzó a mapear la Vía Láctea en tres dimensiones, los científicos han creído que se formó de manera violenta. Nuestra galaxia se ha chocado y subsumido con muchas otras durante su vida útil de 13.600 millones de años.
La más grande de las colisiones fue con la galaxia enana Gaia-Enceladus (Salchicha Gaia), hace unos 10 mil millones de años. Los astrónomos pensaron que era responsable de una característica curiosa en la estructura de la Vía Láctea llamada disco grueso. Sin embargo, con los nuevos indicios, parece no ser el caso.
Astrónomos australianos han estudiado otra galaxia con un disco grueso y determinaron que su evolución no fue un accidente cataclísmico, sino una forma bastante normal de crecimiento de las galaxias espirales.
Discos de la Vía Láctea
La Vía Láctea tiene dos discos, uno grueso y otro delgado. El disco delgado tiene unos 400 años luz de espesor. Contiene gas, polvo y estrellas, y se sitúa al medio. El disco grueso se extiende a 1000 años luz, solo contiene estrellas y está a ambos lados.
El disco delgado es donde se encuentran todas las estrellas más jóvenes y ricas en metales, aunque contiene estrellas de todas las edades. El disco grueso es menos poblado, con estrellas de más de 10 mil millones de años. Para los astrónomos, esta curiosa característica se debió a una colisión con otra galaxia.
Aunque hemos visto otras galaxias espirales con discos gruesos, había sido imposible saber si estas estructuras tenían la misma distribución de estrellas que la Vía Láctea. Hasta que los astrónomos estudiaron una galaxia espiral llamada UGC 10738, ubicada a 320 millones de años luz de distancia.
El estudio
El equipo, liderado por Nicholas Scott de la Universidad de Sydney, estudió a UGC 10738. Empleando el poderoso Very Large Telescope en Chile, separaron la luz de cada sección de la galaxia. Afortunadamente UGC 10738 tiene su borde en dirección a nosotros.
“Usando un instrumento llamado explorador espectroscópico de unidades múltiples, o MUSE, pudimos evaluar las proporciones de metal de las estrellas en sus discos gruesos y delgados”, dijo el astrónomo Jesse van de Sande de ASTRO 3D y la Universidad de Sydney.
“Eran prácticamente las mismas que las de la Vía Láctea: estrellas antiguas en el disco grueso, estrellas más jóvenes en el delgado. Estamos observando algunas otras galaxias para asegurarnos, pero es una evidencia bastante sólida para indicar que las dos galaxias evolucionaron del mismo modo”, añadió.
Ello no significa que la Vía Láctea no haya interactuado con otras galaxias, ni que la fusión con Salchicha Gaia nunca tuvo lugar. Pero sí parece sugerir que esta última no fue responsable de inflar el disco grueso.