La monogamia no es una característica única de los humanos, otras especies también forman vínculos a largo plazo con una pareja especial. Esta nueva investigación sugiere que los circuitos cerebrales que hacen al amor duradero en algunas especies pueden no ser los mismos en otras. Los detalles fueron publicados en Scientific Reports.
Lémures
El estudio comparó especies monógamas y promiscuas dentro de un grupo estrechamente relacionado de lémures ubicados en la isla de Madagascar. Como bien sabemos, estos graciosos primates son primos lejanos de los humanos.
Los lémures de vientre rojo y los lémures mangosta se encuentran entre las pocas especies del árbol genealógico de los lémures cuyas parejas macho-hembra se mantienen juntas año tras año, trabajando para criar a sus crías y defender su territorio.
Una vez unidas, las parejas pasan gran parte de sus horas de vigilia en compañía, acicalándose y mostrándose cariño. Los machos y hembras de estas especies pasan un tercio de su vida con la misma pareja, algo muy distinto de sus parientes más cercanos, que cambian de pareja a menudo.
Monogamia
La monogamia es rara en muchos grupos de animales. Mientras que alrededor del 90% de las especies de aves practican alguna forma de fidelidad, solo del 3% al 5% de los mamíferos lo hacen. La gran mayoría de las aproximadamente 6.500 especies conocidas de mamíferos tienen relaciones abiertas.
Los estudios realizados durante los últimos 30 años en roedores apuntan a que dos hormonas liberadas durante el apareamiento están detrás de la monogamia, la oxitocina y la vasopresina. Lo cual sugiere que la clave del amor duradero puede estar en sus diferentes formas de actuar en el cerebro.
Algunas de las primeras pistas provienen de una influyente investigación sobre ratones de campo de las praderas. Estos pequeños mamíferos se aparean de por vida, a diferencia de la mayoría de los roedores.
Los investigadores al momento de los cerebros de los ratones de campo monógamos de la pradera con sus homólogos promiscuos, encontraron que los primeros tenían más “sitios de acoplamiento” para estas hormonas, particularmente en partes del sistema de recompensa del cerebro.
Análisis comparativo
Eventualmente los científicos se preguntaron si estos sitios de acoplamiento podrían funcionar de la misma manera en humanos. Por tal motivo, el equipo dirigido por la Universidad de Duke, recurrió a los lémures. A pesar de que sean nuestros parientes primates más lejanos, los lémures tienen una compatibilidad genética más cercana con los humanos que los ratones de campo.
Utilizaron una técnica de imagen llamada autorradiografía para mapear los sitios de unión de la oxitocina y la vasopresina en los cerebros de 12 lémures murieron por causas naturales. Representaban 7 especies: lémures monógamos de vientre rojo y mangosta junto con cinco especies promiscuas del mismo género.
Luego, compararon los resultados de las imágenes cerebrales en lémures con los resultados anteriores en ratones de campo y monos. Se encontraron algunas diferencias notables en la densidad y distribución de los receptores hormonales.
La oxitocina y la vasopresina parecen actuar en diferentes partes del cerebro de los lémures. Esto significa que también pueden tener diferentes efectos, dependiendo de la ubicación de la célula diana.
De regreso a los lémures
No obstante, los investigadores se sorprendieron al encontrar pocas diferencias consistentes entre las especies monógamas y las promiscuas.
Ahora, el equipo analizará cómo se comportan las parejas de lémures entre sí si se bloquean las acciones de la oxitocina. Los animales serán alimentados con un antagonista que evita temporalmente que esta hormona se una a sus receptores en el cerebro.
Finalmente, los científicos advierten que la monogamia es mucho más compleja de lo que parece. La oxitocina puede estar relacionada en el caso de los ratones de campo, pero no necesariamente en primates como nosotros. Probablemente existan múltiples formas en las cuales la monogamia se crea dentro del cerebro.