Aunque lucen tiernos, los demonios de Tasmania son unos feroces carnívoros. Ahora, gracias a proyecto de reintroducción, 11 demonios han regresado a Australia continental por primera vez en 3.000 años. Las bestezuelas deambularán en un santuario de vida silvestre de 1.000 acres en el Parque Nacional Barrington Tops.
En marzo, el proyecto ya había liberado a 15 demonios en lo que denominaron un “lanzamiento suave”, informa Jason Bittel para National Geographic. La reciente liberación eleva el grupo de carnívoros marsupiales a 26 individuos en total.
Los demonios y el cáncer
Los demonios de Tasmania son el carnívoro marsupial más grande que queda en la Tierra. Aunque no son más grandes que un perro, los machos más grandes pesan alrededor de 13 kilogramos. A pesar de su tamaño, los demonios son feroces y tienen una mordida tan potente que puede atravesar huesos.
Se desconoce la causa precisa de su desaparición de Australia continental. Pero se cree que la caza humana puede haber eliminado muchas de las especies de las que se alimentaban los demonios. The Guardian también sugiere que el cambio climático y la introducción del dingo también pueden haber jugado un papel en la extinción del diablo en Australia.
Una población superviviente prosperó en la isla de Tasmania, pero en los últimos años su situación se ha vuelto complicada. Detectados por primera vez en 1996, los demonios de Tasmania han sido acosados por un cáncer contagioso y mortal que afecta sus rostros y bocas.
El cáncer lleva el nombre de Enfermedad del Tumor Facial del Diablo (DFTD, por sus siglas en inglés). El infeccioso mal se ha extendido por la población a través de mordeduras, peleas y apareamiento, según Aussie Ark, uno de los grupos conservacionistas que lidera la reintroducción.
Desde entonces, la población se ha reducido a solo 25 mil individuos. Debido a la amenaza de DFTD, el proyecto de reintroducción se ha esforzado mucho para garantizar que los demonios liberados en Australia estén libres de la enfermedad.
Demoniaca esperanza
Ecológicamente, existe la esperanza de que una población revivida de demonios de Tasmania pueda ayudar a restablecer el equilibrio en el ecosistema australiano. Como se recuerda, este ha sido devastado por especies introducidas, como gatos salvajes y zorros, poniendo en peligro la vida silvestre nativa, especialmente las aves.
La presencia de los demonios parece desanimar en especial a los gatos. No tanto porque los marsupiales suelan comer gatos, sino porque los felinos parecen querer evitar un posible altercado con ellos. Por eso optan por cazar al amanecer y al anochecer, cediendo la noche a los demonios.
Sin embargo, aún se desconocen todas las consecuencias del regreso de los demonios y los organizadores del proyecto estarán vigilando de cerca a los demonios. Por eso, los investigadores colocaron collares de rastreo y trampas cámaras a los pequeños depredadores.
El equipo espera que los animalitos se adapten y puedan saltar de un paisaje parecido a un santuario a uno natural. Los demonios de Tasmania representan una medida de control natural muy singular para las plagas salvajes y pueden devolver el equilibrio al ecosistema.