En la Tierra, el metano es producido principalmente por seres vivos, por eso cuando fue descubierto en Marte, causó mucho revuelo. Ahora una investigación de la NASA está cada vez más cerca de resolver el misterio. Los detalles se encuentran publicados en Astronomy & Astrophysics.
En los últimos años, el rover Curiosity de la NASA ha recogido pequeños rastros de metano en el planeta rojo en numerosas ocasiones. Si bien estas emisiones podrían provenir de algún proceso geológico, también era posible que indiquen la presencia de algún tipo de forma de vida en Marte.
Los científicos están realmente entusiasmados con esa perspectiva, pero en realidad los datos son confusos. Los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) no han detectado metano en ninguna concentración dentro de las capas superiores de la atmosfera.
Eso es extraño pues, a pesar de que las columnas de metano se diluirían en la atmósfera marciana, nuestros instrumentos son lo suficientemente sensibles como para detectarlo. “Cuando el equipo europeo anunció que no vio metano, definitivamente me sorprendió”, dijo el científico planetario Chris Webster del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
Re-análisis
Por eso, Webster y su equipo volvieron a analizar los datos. Se concentraron en las correlaciones con la orientación del rover, el suelo, el aplastamiento de las rocas, la degradación de la rueda, etc. “No puedo exagerar el esfuerzo que el equipo ha puesto en observar cada pequeño detalle para asegurarse de que esas medidas sean correctas, y lo son”, explica Webster.
Encontraron que la discrepancia en las mediciones del Curiosity se reduce al Sol. El metano en la superficie marciana puede refluir y fluir con la hora del día, y el instrumento de consumo intensivo de energía en Curiosity que detecta el metano funciona principalmente de noche.
Es justamente durante la noche cuando la atmósfera marciana está más quieta, haciendo que el metano no se eleve, más bien se diluye en la atmósfera como lo hace en el calor del día. Como resultado, el gas se quedaría cerca de la superficie por la noche; y durante el día, se diluiría haciendo imposible que el instrumento orbital de la ESA (el cual necesita luz solar para funcionar) lo detecte a distancia.
Predicción acertada
Para confirmar su predicción, los autores recopilaron mediciones de alta precisión del metano marciano en el transcurso de dos días, siendo la primera vez que Curiosity lo hace a la luz del día. De igual forma tomaron medidas durante la noche.
Como era de esperarse, el metano que se filtraba se asentaba cerca de la superficie del planeta por la noche y se disolvía en la atmósfera durante el día. “Esa es una forma de poner fin a esta gran discrepancia”, explica el científico planetario Paul Mahaffy del Goddard Space Flight Center de la NASA.
Sin embargo, aún no está claro por qué el metano no parece acumularse en la atmósfera marciana con el tiempo. Según los investigadores, este debería durar al menos 300 años antes de degradarse con la radiación que fluye desde el Sol.
Al ser poco probable que el cráter Gale sea la única fuente de esta micro-filtración planetaria de metano, se presume que algo debe estar destruyendo o secuestrando todo ese metano antes que logre reunirse en la atmósfera. En estos momentos, los científicos están probando si el polvo o la abundancia de oxígeno podrían influir en eso.