La desaparición de los anfibios está afectando gravemente nuestra salud

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La desaparición de los anfibios está afectando gravemente nuestra salud

Tras la pandemia, ha quedado en evidencia para todos cómo nuestra salud está relacionada a la de otras especies. Por ejemplo, el hacinamiento de animales de granja puede enfermarlos gravemente y, por consiguiente, contagiarnos con nuevas enfermedades. Más evidencia sobre esta estrecha relación ha sido encontrada en las poblaciones de uno de los anfibios más conocidos, las ranas.

 

Ranas, hongos y humanos

En la década de 1980, los ecologistas de Costa Rica y Panamá comenzaron a notar una disminución silenciosa y dramática en el número de anfibios. Un pequeño hongo patógeno llamado Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) era el causante de la pérdida de ranas y, además, salamandras. De hecho, es el responsable de disminuciones significativas en poblaciones de al menos 501 especies de anfibios, incluidas 90 extinciones, desde Asia hasta América del Sur.

Los mosquitos, por otro lado, han vivido muy cómodos con la pérdida de anfibios, aumentando en número debido a la desaparición de sus depredadores.

Recientemente, investigadores han tomado a América Central como estudio de caso para ilustrar cómo la pérdida de anfibios influye en las poblaciones de vectores, mosquitos que cargan con patógenos. Los primeros resultados, mostrados en 2020, revelan cómo incrementaron los casos de malaria desde la propagación del hongo Bd, primero en Costa Rica entre 1980 y 1990, y luego en Panamá a principios de la década del 2000, cuando el hongo se propagó hacia el este.

De acuerdo con los autores, esta es la primera evidencia causal de pérdidas de anfibios que afectan la salud humana en un entorno natural.

 

Amenazas

El mismo estudio, publicado en Environmental Research Letters, explica que en los ocho años posteriores a las pérdidas sustanciales de anfibios por Bd, hubo un aumento en los casos de malaria equivalente a aproximadamente un caso adicional por cada 1000 personas. Esto, con toda probabilidad, no habría ocurrido si no hubiera sido por la reciente mortandad de anfibios.

En un brote habitual de malaria, las tasas de incidencia suelen alcanzar su punto máximo entre 1,1 y 1,5 casos por cada mil personas. Esto significa que la pérdida de anfibios en América Central posiblemente provocó un aumento del 70 al 90% en la cantidad de personas que se enfermaban.

El número de casos se redujo luego de unos años y, aunque no están seguros, los autores sugieren que se debe al uso de insecticidas, el cual aumenta con el crecimiento de la población de mosquitos.

«Este impacto previamente no identificado de la pérdida de biodiversidad ilustra los costos de bienestar humano a menudo ocultos de las fallas en la conservación», indica el artículo.

«Si los científicos y los responsables de la toma de decisiones no tienen en cuenta las ramificaciones de tales eventos pasados, también corren el riesgo de no motivar completamente la protección contra nuevas calamidades, como la propagación internacional de un patógeno emergente y estrechamente relacionado, Batrachochytrium salamandrivorans, a través del comercio de especies vivas incompletamente regulado».

Batrachochytrium salamandrivorans es un hongo patógeno que afecta a las salamandras y que, como Bd, no conoce fronteras. En estos momentos, se pasea por el mundo aprovechando el comercio y otras actividades humanas, amenazando no solo a las salamandras sino a nuestra especie.