Al menos 87 de los principales cultivos importantes para la humanidad dependen de insectos polinizadores. Muchos son alimento de otros animales; y la gran mayoría descomponen y eliminan desechos orgánicos. Listar la importancia de los insectos en los ecosistemas sanos nos tomaría bastante tiempo, pero todo nos llevaría a concluir que «los insectos son las pequeñas cosas que gobiernan el mundo», en palabras de Edward Osborne Wilson.
Con alrededor de 5,5 millones de especies, los insectos constituyen alrededor de la mitad de todos los seres vivos conocidos en la Tierra. Lamentablemente, su diversidad está amenazada. Son numerosos los factores que contribuyen a la reducción de la abundancia de insectos, pero la presión agrícola y el calentamiento global son los más agresivos.
Tras estudiar la abundancia y biodiversidad de insectos de más 6000 lugares en todo el mundo, un grupo de ecologistas descubrió que las mayores disminuciones en la riqueza insectil se encontraban en áreas de uso agrícola intensivo. Estos lugares, coincidentemente, también han experimentado grandes aumentos en el calentamiento durante los últimos 20 años.
Diversificación de cultivos
El análisis de datos mostró que en áreas con tres cuartas partes del hábitat natural intacto, la cantidad de insectos disminuyó solo un 7 % y la cantidad de especies diferentes solo un 5 %. En contraste, en áreas con menos de una cuarta parte de hábitat natural, las cifras fueron del 63 y 61 %, respectivamente.
El ecologista Tim Newbold explica que preservar áreas naturales cerca a las tierras de cultivo ayuda a proteger a los insectos. Evitar los monocultivos y promover la diversificación de vegetales que se cultivan en un área contribuye a la conservación de la abundancia y diversidad de insectos, así como, por supuesto, reducir el uso de pesticidas y fertilizantes.
Todas estas acciones brindan a los insectos áreas más seguras para refugiarse durante el clima sofocante, y les asegura recursos y alimento.
«Nuestros hallazgos resaltan la urgencia de las acciones para preservar los hábitats naturales, frenar la expansión de la agricultura de alta intensidad y reducir las emisiones para mitigar el cambio climático«.
Alerta en el trópico
De acuerdo con la investigación, las zonas más afectadas fueron los trópicos y el Mediterráneo. En estos lugares, además de enfrentarse a los disturbios en su hábitat, los insectos deben soportar el aumento de las temperaturas. Por otro lado, las áreas templadas han experimentado un aumento en la biodiversidad con el calentamiento, y se ha registrado un aumento mundial de insectos de agua dulce.
«Muchas de estas tendencias positivas se han informado en regiones no tropicales como el Reino Unido y Europa, donde se ha hecho mucho para mejorar la calidad del agua de los ríos en los últimos años«, comentan los autores.
Finalmente, los científicos alertan que no solo la vida de los insectos está en juego, todos los signos de un planeta enfermo también afectan a las personas.
Los efectos combinados del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, «significan que la salud, el bienestar y los medios de subsistencia de muchas personas en los trópicos y más allá están en juego«.