Hace 47 millones de años, una planta única crecía en lo que ahora es Utah. No se parece a nada que exista hoy en día, y su historia cambia lo que sabemos de las plantas.
Inicialmente, los científicos pensaron que esta planta, descubierta en 1969, era de la familia del ginseng. Pero nuevas investigaciones revelaron que no tiene relación con ninguna planta viva. Toda su familia está extinta.
Los primeros fósiles de esta planta, ahora llamada Othniophyton elongatum, fueron hallados en la Formación Green River, un lugar rico en fósiles del Eoceno. En esa época, asumían que cualquier fósil antiguo tenía un pariente moderno. No era el caso aquí.
Harry MacGinitie, el científico que estudió estos fósiles, pensó que las hojas eran similares a las del género Oreopanax, vinculado al ginseng. Pero en los 2000, nuevos fósiles revelaron algo sorprendente: ramas completas con frutos y hojas adheridas, algo rarísimo en fósiles.
El paleobotánico Steven Manchester explicó que estas nuevas muestras permitieron analizar la planta con detalle. Descubrieron que las hojas no eran compuestas, como se creyó en los 60, y que los frutos presentaban características nunca vistas en plantas modernas.
Un descubrimiento clave fue que los estambres, la parte masculina de la planta, permanecían adheridos incluso con los frutos maduros. Esto no ocurre en plantas actuales, lo que los llevó a concluir que esta especie no se parece a nada conocido.
Con nuevos microscopios, observaron incluso las semillas dentro de las bayas. Pero al intentar relacionar la planta con otras del registro fósil, no encontraron nada similar. Las pocas semejanzas con plantas del orden Caryophyllales no eran suficientes.
Finalmente, renombraron la planta como Othniophyton elongatum, que significa “planta exótica alargada”. Los científicos concluyen que pertenecía a una familia completamente extinta. Este hallazgo complica la historia evolutiva de las plantas.
Este fósil es un recordatorio de que nuestras suposiciones pueden ser erróneas. «No todo encaja en familias o géneros modernos», dice Manchester. Este descubrimiento ayudará a entender cómo las plantas han evolucionado y enfrentado cambios en la Tierra.
La investigación fue publicada en Annals of Botany.
