Dolly, el primer dinosaurio no aviar identificado con una enfermedad similar a la gripe aviar

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Dolly, el primer dinosaurio no aviar identificado con una enfermedad similar a la gripe aviar

Dolly, fue un dinosaurio herbívoro de cuello largo que vivió hace unos 150 millones de años durante el Jurásico. Sus restos se han conservado hasta el día de hoy y han permitido que investigadores identifiquen la primera evidencia de enfermedad respiratoria.

En los huesos de su cuello se formaron estructuras deformes que, según los científicos, fueron causadas por una infección respiratoria aguda, la cual pudo haber llevado a la muerte del animal cuando tenía entre 15 y 20 años.

No se sabe qué tipo de organismo causó la enfermedad en el dinosaurio, pero es probable que experimentara síntomas parecidos a los de la gripe aviar. Los datos del estudio se publicaron en Scientific Reports.

Décadas de estudio

Los paleontólogos encontraron el fósil de Dolly en 1990, en Montana, Estados Unidos. Lo primero que hallaron fue el cráneo y huesos del cuello. Después de envolverlo en una funda protectora de yeso, lo llevaron al Museum of the Rockies. Ahí, Dolly, recibió su etiqueta de «fósil MOR 7029» y permaneció almacenado sin ser examinado por más de una década.

El investigador del museo, Cary Woodruff, comenzó a estudiar a Dolly a mediados de la década del 2000 y se dio cuenta de que el fósil pertenecía a una especie no descrita de Diplodocus de la familia Diplodocidae. Desde entonces y hasta el 2018, Woordruff estuvo excavando el sitio donde hallaron los primeros restos óseos de Dolly para poder obtener todo el material disponible.

Al comienzo, «estas estructuras patológicas en las vértebras simplemente aparecieron«. Tales anomalías óseas no se parecían a nada que él o cualquier experto en saurópodos hubiera visto antes.

Los saurópodos poseían sistemas respiratorios similares a los de las aves modernas, con redes de sacos de aire que se conectan a los pulmones y funcionan como fuelles. El tejido respiratorio se conectaba a las vértebras del cuello alrededor de agujeros en los costados de los huesos, conocidos como pleuroceles o foramen. El tejido en esta parte es suave, pero, en tres vértebras de Dolly, eran irregulares y ásperos, con protuberancias irregulares «como la cabeza de un florete de brócoli».

La infección producida por aerosaculitis podría haberse propagado al hueso y genereado las lesiones que se conservaron en los fósiles.

Buscando al culpable

Este tipo de infecciones respiratorias pueden ser causadas por bacterias, virus, hongos y parásitos. ¿Cuál de todos enfermó a Dolly? Para averiguarlo, los investigadores compararon las lesiones del fósil con las producidas por enfermedades respiratorias en aves modernas. También se consideraron las enfermedades respiratorias que padecen los reptiles modernos, parientes lejanos de los dinosaurios.

Tras los análisis, los especialistas identificaron una enfermedad respiratoria fúngica que afecta tanto a los reptiles como a las aves: la aspergilosis. Esta es causada por el hongo filamentoso Aspergillus, que es la causa más común de enfermedades respiratorias en las aves modernas.

«Si el trastorno respiratorio más común en un ‘dinosaurio vivo’ es una infección por hongos, apoya el hecho de que un dinosaurio en el pasado también habría sido susceptible a la enfermedad por hongos».

Con respecto a si se trató de una infección letal para Dolly, los autores explican que en las aves modernas, la aspergilosis puede ser mortal si no se trata. Extrapolando esta información, quizá la enfermedad pudo haber reducido aún más las posibilidades de supervivencia del dinosaurio. Sin embargo, aclaran que es difícil saberlo con certeza.

Como dato curioso, los investigadores nombraron al saurópodo «Dolly» en honor a la leyenda viva, Dolly Parton.