La diabetes mellitus no insulinoindependiente, o diabetes tipo 2, es una enfermedad crónica en la que el cuerpo no produce suficiente insulina o es resistente a ella. Al no poder controlar los niveles de glucosa en sangre se genera la hiperglicemia.
Con el tiempo, los altos niveles de azúcar obstruyen los vasos sanguíneos de los riñones, deteriorándolos e impidiendo que cumplan su función adecuadamente. El daño renal originado se denomina insuficiencia renal diabética (IRD). Mientras más personas sean diagnosticadas con diabetes tipo 2, serán más los que necesiten diálisis o un trasplante de riñón.
Pequeño y portátil
Controlar los niveles de azúcar en los pacientes con IRD es un gran desafío. Esto es debido a varios aspectos como los medicamentos y lo complicado de establecer regímenes óptimos de dosificación de insulina.
Sin embargo, existe una nueva esperanza para los pacientes diabéticos que han desarrollado insuficiencia renal y viene en forma de un pequeño y portátil páncreas artificial.
Científicos de la Universidad de Cambridge y el Hospital Universitario de Berna, Suiza (Inselspital) fabricaron un dispositivo capaz de controlar los niveles de azúcar en sangre. Además, puede reducir el riesgo de hipoglicemia, común entre las personas que se inyectan insulina.
La Dra. Charlotte Boughton del Wellcome Trust-MRC Institute of Metabolic Science de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio, dijo lo siguiente: «los pacientes que viven con diabetes tipo 2 e insuficiencia renal son un grupo particularmente vulnerable y controlar su condición, tratando de prevenir los niveles altos o bajos potencialmente peligrosos de azúcar en sangre, es todo un reto. Existe una necesidad real insatisfecha de nuevos enfoques que los ayuden a controlar su afección de manera segura y eficaz «.
Algoritmos al rescate
En el pasado, científicos desarrollaron un páncreas artificial para reemplazar las inyecciones de insulina en los pacientes de diabetes tipo 1. Ahora, el equipo de Cambridge y Berna han demostrado que el dispositivo puede usarse también con enfermos de diabetes tipo 2 e IRD.
Este pequeño y portátil dispositivo funciona como un páncreas administrando insulina de forma automatizada. Es un sistema cerrado que se usa de manera externa y tiene tres componentes: un sensor de glucosa, un algoritmo informático para calcular la dosis de insulina y una bomba de insulina. Su funcionamiento, en forma general, es relativamente sencillo. El software en el teléfono inteligente del paciente envía una señal a la bomba de insulina para ajustar la cantidad que este recibe. El sensor mide los niveles de azúcar y envía la información al celular que adapta el algoritmo del software.
Con el objetivo de probar el dispositivo, el equipo reclutó a 26 pacientes ambulatorios que requirieron diálisis entre octubre de 2019 y noviembre de 2020. A una mitad se le asignó recibir la terapia con el páncreas artificial, la otra recibió la terapia estándar con inyecciones de insulina. Luego, se le dio la terapia normal al primer grupo y el segundo pasó a usar el dispositivo.
Los investigadores compararon cuánto tiempo duraron los pacientes en el rango objetivo de azúcar en sangre (5,6 a 10,0 mmol / L) durante un período de 20 días.
Resultados prometedores
Quienes usaron el páncreas artificial pasaron en promedio el 53% de su tiempo en el rango objetivo, en comparación con el 38% que les brindó el tratamiento de control. Los niveles medios de azúcar en sangre fueron más bajos con el páncreas artificial (10,1 frente a 11,6 mmol / L). Asimismo, el dispositivo redujo la cantidad de tiempo que los pacientes pasaban con niveles de azúcar en sangre potencialmente peligrosamente bajos o ‘hipoglucemias’.
Por otro lado, los autores notaron que la eficacia del páncreas artificial mejoró considerablemente durante el período de estudio a medida que se adaptó el algoritmo. Esto destaca la importancia de utilizar un algoritmo adaptativo. Así es posible ajustarlo en respuesta a los requisitos cambiantes de insulina de un individuo a lo largo del tiempo.
La Dr. Boughton asegura que «al haber demostrado que el páncreas artificial funciona en uno de los grupos de pacientes más difíciles de tratar, creemos que podría resultar útil en la población más amplia de personas que padecen diabetes tipo 2», quiénes no necesitan diálisis.
Esperamos ansiosos el uso extendido de este dispositivo que mejorará la calidad de vida de personas con diabetes.