Durante mucho tiempo los científicos han pensado que los relámpagos en los gigantes gaseosos provienen de nubes de agua.
«Hay muchas cosas que no entendemos sobre los relámpagos de Júpiter, pero por lo que hemos observado se parecen bastante a las que tenemos en la Tierra», dice William Kurth de la Universidad de Iowa, quien formó parte de dos estudios que mapearon los relámpagos ocurridos en Júpiter entre el 2016 y 2017.
Kurth dice que estos mapas de relámpagos podrían ayudarnos a descubrir dónde está el agua dentro de Júpiter, y cuánto de ella hay.
Cuando la sonda Galileo se zambulló en la atmósfera de Júpiter en 1993, encontró mucha menos agua de la que esperábamos. «Ahora es evidente que la sonda cayó en un punto seco de la atmósfera», dice Kurth. «Es como si algunos seres alienígenas aterrizaran en el desierto del Sahara para descubrir cuánta agua tiene la Tierra». Se llevarán la respuesta incorrecta.
Según los mapas de los relámpagos, parece que la mayor parte de esa agua «faltante» se encuentra en el hemisferio norte de Júpiter, con algo de ella en el sur y casi nada alrededor del ecuador. Las nubes se mueven por convección dentro de Júpiter, por lo que esto podría indicar que gracias al calor se está dirigiendo de alguna manera preferentemente hacia los polos.
Los relámpagos están hechos de poderosas corrientes eléctricas que fluyen de las nubes que están cargadas. Cuando se mueven, la corriente crea la luz visible que a veces vemos durante una tormenta. Pero además de eso, también emiten un rango de ondas de radio. En la Tierra, esas ondas se emiten a través del espectro de radio y son fáciles de detectar, pero las sondas que se enviaron a Júpiter solo han detectado ondas de radio que pertenecen a rayos que tienen frecuencias un millón de veces más bajas que el rayo de mayor frecuencia que vemos aquí.
Los investigadores piensan que las ondas de radio de alta frecuencia tal vez podrían estar siendo bloqueadas por la atmósfera superior ionizada de Júpiter. Otra razón podría ser que los rayos caen más lentamente en Júpiter, en cuyo caso solo producirían ondas de frecuencia más baja.
Pero la sonda Juno, enviada a Júpiter recientemente, pudo ver los relámpagos en Júpiter desde un punto de vista mucho más cercano que las naves espaciales anteriores. En sus primeras 8 órbitas alrededor del planeta, el radiómetro de microondas de Juno detectó 389 señales de relámpagos en las frecuencias más altas que vemos en las señales de los relámpagos de la Tierra.
Otro instrumento a bordo de Juno detectó más de 1 600 relámpagos de baja frecuencia, llamados silbidos debido a su tono decreciente a medida que viajan. La velocidad del rayo calculada a partir de estos datos fue de aproximadamente 1-30 destellos por kilómetro cuadrado por año, mucho más que las estimaciones anteriores y más cerca de la velocidad de la luz de la Tierra de aproximadamente seis destellos por kilómetro cuadrado por año.
El hecho es que el coro de los relámpagos de Júpiter no es tan escaso como pensábamos, y no todos son bajos. Tienen el mismo alcance que un rayo en la Tierra.
Fuente: Nature
Creo que es muy importante el estudio de otros planetas, pues el nuestro no tiene por que ser la única base de estudio.
Muy interesante artículo