Siempre se ha dicho que la música es universal, que nos hace mover el cuerpo sin importar el idioma. Pero un nuevo estudio pone eso en duda.
Antropólogos estudiaron durante diez años a una comunidad Aché del norte de Paraguay. No vieron ni un solo baile ni canciones dedicadas a bebés.
El estudio fue hecho por Manvir Singh, de la Universidad de California Davis, y Kim Hill, de la Universidad Estatal de Arizona. Fue publicado en Current Biology.
Lo que encontraron rompe muchas ideas previas. Durante todo ese tiempo, nadie cantó para calmar a un niño ni se organizó un baile.
Según Singh, siempre se pensó que bailar y cantar canciones de cuna era algo natural en todas las culturas. Su propia investigación pasada lo apoyaba.
Pero acá encontraron otra cosa. Cuando alguien cantaba, lo hacía a solas. Las mujeres cantaban sobre familiares muertos. Los hombres, sobre caza.
Cantar no era una actividad grupal ni algo que se hiciera por diversión colectiva. Mucho menos para entretener a los hijos.
Entonces, ¿qué pasó? Los investigadores creen que estas costumbres se perdieron con el tiempo, quizás cuando la población bajó o fueron asentados en reservas.
No sería la primera pérdida cultural. Ellos mismos contaron que también dejaron de usar rituales de caza, de hacer fuego y de practicar la poligamia.
Singh aclara que no es que no tengan forma de calmar a los bebés. Lo hacen con gestos, sonrisas, voces graciosas. Pero sin canciones.
Y eso llama la atención, porque se sabe que las canciones de cuna calman a los bebés. Tendría sentido que las usaran… pero no las usan.
Lo curioso es que los Aché del sur, que están emparentados con ellos, sí cantan y bailan en grupo. Así que quizás los del norte también lo hacían antes.

El hallazgo no significa que no tengamos una base biológica para responder a la música. Pero sí indica que, sin cultura que lo enseñe, esas prácticas pueden desaparecer.
Es diferente a sonreír, por ejemplo. Nadie te enseña a hacerlo. Es automático. Pero cantar o bailar no parece ser tan instintivo.
Este tipo de estudios ayuda a entender cómo evolucionamos y qué cosas aprendemos por cultura y no por biología. Y eso cambia la forma en que vemos lo “humano”.
Los investigadores no sacan conclusiones apresuradas. Admiten que es solo una comunidad y que hay que seguir buscando en otras partes del mundo.
Pero el dato clave es este: lo cultural importa mucho más de lo que creíamos para mantener tradiciones como cantar o bailar.
Como dice Singh, esto no descarta que tengamos una base genética para esas conductas, pero sí muestra que sin cultura, se pueden olvidar.