Temidas por algunos, adoradas por otros; las serpientes son animales llenos de simbología y utilizadas como inspiración para la construcción de historias y personajes. No son algunas sino muchas las razones que las hacen reptiles increíbles. Desde un punto de vista científico, la evolución de sus colmillos tiene fascinados a los biólogos y herpetólogos.
El colmillo y el veneno
Estos dientes excepcionalmente largos son un ejemplo único de una adaptación compleja. Sobre todo porque evolucionaron de forma independiente en distintos linajes de serpientes venenosas, a pesar de que comparten similutides morfológicas y de desarrollo. Es decir, han evolucionado muchas veces en las serpientes.
De manera general, las serpientes venenosas usan estos dientes especializados con ranuras o canales para guiar el veneno hacia la herida. Aunque, inicialmente no se modificaron para conducir las toxinas sino para servir como anclaje del diente. Pero, las toxinas ya estaban ahí antes de la aparición de los colmillos.
Al observar el árbol evolutivo de las serpientes, es posible asumir que el ancestro común más reciente de todas las serpientes con colmillos probablemente no tenía colmillos, no es que los hayan tenido y luego decenas de linajes diferentes los perdieron. Es así como lo explican los autores de un nuevo estudio publicado en Proceedings of the Royal Society.
Origami dental
Los investigadores, en The Conversation cuentan que buscaban comprender cómo evolucionaron repetidamente los colmillos a partir de dientes en forma de cono simple. Para ello analizaron los dientes de 19 especies de serpientes, venenosas y no venenosas. Asimismo, incluyeron en sus exámenes a una forma de fósil temprano. Utilizaron tanto métodos tradicionales como vanguardistas, desde observaciones con portaobjetos bajo un microscopio hasta modelado biomecánico.
Descubrieron que casi todas las serpientes, venenosas o no, tienen dientes muy doblados en la base y con pliegues en la sección transversal. Estos se forman en una capa del diente llamada plicidentina, la cual también se halla en otros animales extintos y algunas especies vivas de peces y reptiles. La función de estos pliegues no está clara, pero una teoría es que permiten a los dientes ser menos propensos a romperse o doblarse cuando vayan a morder.
Sin embargo, las simulaciones en computadora probaron que ese no es el caso. Además, las serpientes cambian de dientes muchas veces a lo largo de su vida. Su hipótesis apunta a que los pliegues mejorarían la unión inicial de los nuevos dientes a las cavidades poco profundas al proporcionar un área más grande para la unión.
El surco de veneno
El equipo también descubrió que uno de esos pliegues es mucho más grande que los demás y se extiende hacia arriba del diente para producir un surco: el surco del veneno. Eso no es todo, encontraron que algunas serpientes venenosas ocasionalmente tienen surcos en los dientes aparte de sus colmillos del veneno Tales dientes no están conectados a las glándulas venenosas.
De acuerdo a los científicos, la condición original de las serpientes venenosas habría sido la de expresar aleatoriamente surcos en sus dientes como resultado de pliegues plicidentinos agrandados, independientemente de las glándulas venenosas.
Luego, la vida siguió su curso. Cuando apareció el diente ranurado cerca del orificio de descarga de la glándula del veneno, la selección natural hizo su trabajo. Esta favoreció su aumento de tamaño y eficiencia, ya que ese diente fue más efectivo para inyectar veneno.
Este estudio evidencia la maravilla de la evolución biológica. Muestra cómo «una característica ancestral simple, como la plicidentina, puede modificarse y reutilizarse para una función completamente nueva«, afirman los autores.