Nueva investigación revela un impacto ambiental alarmante de los perros

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Nueva investigación revela un impacto ambiental alarmante de los perros

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Un nuevo estudio de la Universidad de Curtin reveló algo que muchos no saben: los perros domésticos están dañando el medioambiente más de lo que imaginamos.

No se trata solo de los gatos. Aunque ellos tienen mala fama por cazar animales, los perros —sí, los tuyos y los míos— también están afectando gravemente a la fauna y los ecosistemas.

Según el estudio liderado por el profesor Bill Bateman, incluso los perros con correa asustan a animales salvajes, especialmente a las aves de la costa, que muchas veces no regresan a esos lugares.

Los perros no solo los persiguen. También dejan orina, heces y olores que alteran el comportamiento de otros animales mucho después de haberse ido.

En Estados Unidos, por ejemplo, animales como ciervos, zorros y linces evitan zonas donde hay paseos frecuentes de perros, aunque no haya perros en ese momento.

Además, sus desechos contaminan ríos y dificultan el crecimiento de plantas. Y los químicos que usamos para bañarlos o protegerlos de pulgas también terminan en el agua.

El estudio, publicado en Pacific Conservation Biology, también señala que la industria de alimento para perros tiene una gran huella ambiental: consume tierra, agua y genera emisiones contaminantes.

Bateman no dice que dejemos de tener perros. Reconoce que son compañeros valiosos y que incluso ayudan en trabajos de conservación como perros detectores.

Pero advierte que su número ha crecido tanto que, combinado con dueños poco informados o relajados, el impacto ya no se puede ignorar.

El estudio también encontró que menos del 16% de los dueños están dispuestos a pagar más por comida ecológica para sus perros. El motivo: los altos precios.

Otro problema es la falta de información. Muchos dueños ni siquiera saben que sus perros causan daño al ambiente o creen que su caso particular no tiene impacto.

Eso lleva al típico problema de “tragedia de los comunes”: muchos piensan que su perro no hace diferencia, y al final todos los espacios compartidos se deterioran.

Según Bateman, prohibir perros en ciertas zonas puede ayudar a proteger especies vulnerables, pero no basta. Hay que hacer más.

La solución pasa por un esfuerzo conjunto entre dueños, ecologistas y autoridades. No se trata de culpar, sino de encontrar formas de convivir con nuestros perros sin destruir la naturaleza.