A medida que lanzamos más satélites a la órbita terrestre, sin darnos cuenta estamos generando una nueva forma de contaminación. Un estudio publicado en Astronomy & Astrophysics ha revelado que los satélites Starlink de SpaceX emiten ondas de radio de baja frecuencia.
Estas emisiones, que se encuentran fuera de las bandas de enlace descendente designadas, podrían interferir con la radioastronomía. Ahora que nuestro cosmos se está volviendo cada vez más congestionado, el futuro para la astronomía es incierto.
Ruido satelital
La radioastronomía, una rama esencial de la disciplina, se basa en la tranquilidad de ciertas bandas de longitud de onda para estudiar los cuerpos celestes. Sin embargo, estas bandas ahora están siendo contaminadas por la misma tecnología que se supone debería contribuir a nuestra comprensión y exploración del espacio.
El estudio, dirigido por el ingeniero Federico Di Vruno del Observatorio SKA y la Unión Astronómica Internacional, observó 68 satélites Starlink mediante el LOw Frequency ARray (LOFAR), una red de aproximadamente 20.000 antenas de radio distribuidas en 52 lugares de Europa.
El equipo descubrió que 47 de estos satélites emitían radiación entre 110 y 188 MHz, incluida una banda protegida asignada específicamente para la radioastronomía. Cabe recordar que los satélites Starlink forman parte de una constelación diseñada para proporcionar cobertura global de Internet.
Estas emisiones no intencionales parecen provenir de la electrónica de los satélites. Actualmente, SpaceX no está infringiendo ninguna norma (las estrictas restricciones de la Comisión Electrotécnica Internacional sobre dispositivos eléctricos no se aplican en el espacio). No obstante, plantea un problema para la exploración y el estudio del espacio en el futuro.
Posible solución
El impacto es relativamente pequeño; pero, a medida que se pongan en órbita más satélites, el efecto acumulativo de esta señal de radio no intencional podría volverse más significativo. Esto es preocupante para las instalaciones que dependen de cielos silenciosos, impidiéndoles funcionar de manera efectiva.
Afortunadamente, se identificó este problema en una etapa temprana. SpaceX ya está trabajando en soluciones para reducir o eliminar esta fuga involuntaria. Los futuros diseños de satélites ayudarán a mitigar este problema, y los reguladores abordarán esta brecha imprevista en las normativas existentes.
Esta situación nos recuerda los posibles efectos secundarios indeseados del desarrollo tecnológico. A medida que continuamos ampliando los límites de la exploración espacial y la tecnología, es crucial considerar los impactos más amplios de nuestras acciones.
Como señala el astrónomo Michael Kramer del Instituto Max Planck de Radioastronomía y Astronomische Gesellschaft en Alemania, es necesario contar con el apoyo de toda la industria satelital y de los reguladores para abordar estos desafíos.
La investigación subraya la importancia de la vigilancia y la adaptación continua en nuestra búsqueda de conocimiento y progreso. A medida que continuamos alcanzando las estrellas, también debemos asegurarnos de preservar las herramientas que nos permiten estudiarlas.