Desde hace una década, una terrible mancha de agua caliente (apodada como «Blob«) ha afectado repetidamente al Pacífico nororiental. Un nuevo estudio publicado en Communications Earth and Environment confirma lo que ya sospechábamos: el calentamiento global está contribuyendo al problema.
De 2013 a 2016, un área de agua anormalmente cálida ocupó el noreste del Océano Pacífico. La ola de calor marino se originó en Alaska y se extendió a la península de Baja California (EE.UU) durante los meses siguientes.
Más adelante se observaron temperaturas de 2 °C a 4 °C por encima de lo normal en un área mayor a cuatro millones de kilómetros cuadrados. Los científicos han notado varias réplicas del fenómeno, incluida una bastante notable entre 2019 y 2021.
The Blob
Esta anomalía climática fue apodada «The Blob» por Nick Bond, climatólogo de la Universidad de Washington, en referencia a la película de terror de 1958. Rápidamente, The Blob llamó la atención, no solo por su sórdido nombre, sino por los impactos ecológicos y económicos que lleva asociados.
De hecho, el calor y la falta de nutrientes en las aguas superficiales han limitado en gran medida la producción de plancton. Estos pequeños organismos están situados en la base de la red alimentaria marina y su importancia es elemental.
En consecuencia, la perturbación biológica ascendió en la cadena alimentaria y condujo a un desastre ecológico. Además, la mancha y la circulación anticiclónica que la acompaña trajeron un clima anormalmente seco al oeste de los Estados Unidos.
El sospechoso de siempre
Ahora, investigadores de la Universität Hamburg han demostrado que la aparición de The Blob es más que una fluctuación natural en el clima. El equipo dirigido por el científico atmosférico Armineh Barkhordarian encontró que el “Blob” tiene una clara marca del calentamiento global debido a las actividades humanas.
Los resultados obtenidos utilizando un método de análisis causal contrafactual y un análisis univariado indican que el episodio de 2019-2021 tenía menos del 1% de probabilidad de ocurrir en un mundo no afectado por emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero y aerosoles.
“Esta piscina caliente seguirá elevando la temperatura del agua en el futuro, aumentando tanto la frecuencia como la intensidad de las olas de calor marinas locales”, señaló Barkhordarian. “El fuerte aumento de la temperatura media del agua está llevando a los ecosistemas al límite”, agregó.
Malas noticias
Las aguas del Pacífico nororiental se han calentado 0,5 °C por década durante los últimos veinticinco años, y las condiciones típicas de verano se han extendido casi un mes. No deberá sorprendernos ver un aumento del triple en la ocurrencia de olas de calor marinas entre los períodos 1982-1999 y 2000-2020.
El investigador destaca que estos últimos son una pesada carga para los ecosistemas afectados, porque suponen una enorme amenaza para la biodiversidad. Pueden empujar a estos ecosistemas marinos más allá de un punto de inflexión, del cual ya no habrá marcha atrás.
Sin embargo, al ritmo actual, este fenómeno seguirá aumentando en frecuencia, intensidad y duración, como nuestras olas de calor atmosférico. ¿Todavía tenemos el poder de reducir el impacto y la gravedad de estas olas de calor marinas? Con el actual status quo, es difícil de saber.