Un equipo de científicos en Suecia logró controlar un nuevo tipo de magnetismo, lo que podría revolucionar la electrónica. Este descubrimiento promete mejorar el almacenamiento de memoria y la eficiencia energética en dispositivos tecnológicos.
Para lograrlo, los investigadores de la Universidad de Nottingham usaron un acelerador de electrones y dispararon rayos X sobre una delgada lámina de telururo de manganeso. Esto les permitió observar cambios magnéticos a nivel nanométrico, algo nunca antes visto.
El magnetismo, en términos simples, ocurre cuando los electrones dentro de un material se alinean en una dirección específica. En metales como el hierro, el níquel o el cobalto, esto crea un campo magnético fuerte, el mismo que permite que un imán sostenga un papel en la nevera.
Pero hay otro tipo de magnetismo, menos visible pero igualmente interesante: el antiferromagnetismo. Aquí, los electrones también se organizan, pero de forma opuesta, anulando su efecto y haciendo que el material parezca no magnético.
Ahora, los científicos han identificado una tercera forma de magnetismo: el altermagnetismo. En este caso, los electrones se ordenan de manera que se cancelan entre sí, como en el antiferromagnetismo, pero con un ligero giro. Esto crea pequeños vórtices magnéticos en la superficie del material, lo que abre nuevas posibilidades para la tecnología.
El físico Peter Wadley, de la Universidad de Nottingham, lo explica así: “Es como el antiferromagnetismo, pero con un giro. Y esa diferencia tiene enormes consecuencias”.
Hasta ahora, los científicos sabían que este tipo de magnetismo existía, pero nadie había demostrado que se podía manipular de manera útil. Gracias a este experimento, Wadley y su equipo confirmaron que una lámina ultrafina de telururo de manganeso podía generar y controlar estos vórtices magnéticos.
Para visualizarlo, usaron el sincrotrón del Laboratorio MAX IV en Suecia, un dispositivo que genera rayos X de alta precisión. Así, no solo observaron el altermagnetismo en acción, sino que también demostraron que se puede modificar a voluntad.
Oliver Amin, otro de los investigadores, destacó que este trabajo conecta la teoría con la realidad. Aunque todavía falta mucho para aplicaciones concretas, el potencial es enorme. Por ejemplo, este tipo de magnetismo podría mejorar la memoria de los dispositivos electrónicos y abrir nuevas posibilidades en superconductores.
Alfred Dal Din, un estudiante de doctorado que participó en el proyecto, resumió su experiencia: “Ver este nuevo efecto magnético en acción ha sido un privilegio increíble y un desafío emocionante”.
Este hallazgo, publicado en Nature, es solo el comienzo. Ahora, los científicos explorarán cómo aprovechar el altermagnetismo para desarrollar nuevas tecnologías. Si todo avanza como esperan, podríamos ver en el futuro dispositivos más eficientes, rápidos y con mayor capacidad de almacenamiento, gracias a este fascinante avance en el mundo del magnetismo.