Hace 66 millones de años, un asteroide gigantesco chocó contra la Tierra en lo que hoy es la península de Yucatán, México. Este impacto, conocido como Chicxulub, creó un cráter de 200 kilómetros y desató una cadena de eventos que cambió el planeta para siempre. La falta de luz solar, el cambio climático y el colapso de los ecosistemas causaron la extinción de los dinosaurios no aviares y el 75% de las especies terrestres.
El impacto lanzó toneladas de polvo, hollín y azufre a la atmósfera. Estas partículas bloquearon la luz solar, bajaron las temperaturas y detuvieron la fotosíntesis, alterando los ecosistemas por años. Este fenómeno, conocido como «invierno de impacto», fue un factor clave en la extinción masiva. Sin embargo, cuánto azufre se liberó ha sido un tema de debate debido a las variaciones en la composición de las rocas, el tamaño del asteroide y las condiciones del impacto.
Un nuevo estudio liderado por Katarina Rodiouchkina, publicado en Nature Communications, analizó muestras del cráter Chicxulub y sedimentos de todo el mundo. Utilizando mediciones de azufre e isotopos, los científicos lograron calcular con mayor precisión cuánto azufre llegó a la atmósfera. Según sus hallazgos, se liberaron aproximadamente 67 mil millones de toneladas, cinco veces menos de lo que modelos anteriores habían estimado.
Este descubrimiento sugiere que el «invierno de impacto» fue menos severo de lo que se creía. Aunque las temperaturas bajaron y el clima cambió drásticamente, las condiciones pudieron haber permitido una recuperación más rápida del planeta. Esto explicaría por qué alrededor del 25% de las especies sobrevivieron al evento.
El estudio también destaca que, además del azufre, una columna de polvo fino del tamaño de un micrómetro desempeñó un papel importante. Este polvo permaneció en la atmósfera hasta dos años, bloqueando la luz solar y agravando los efectos ambientales. Esta combinación de factores creó un período oscuro que afectó profundamente a los ecosistemas.
Los nuevos hallazgos no solo replantean cómo ocurrió la extinción masiva, sino también cómo se desarrolló la recuperación posterior. Aunque el impacto de Chicxulub fue devastador, este estudio muestra que el planeta pudo adaptarse más rápido de lo que se pensaba. La supervivencia de algunas especies abrió el camino para la evolución de nuevos ecosistemas y, eventualmente, para la dominancia de los mamíferos.
Al final, parece que el impacto de Chicxulub fue catastrófico, pero no tan extremo como se creía en términos del enfriamiento global. Los nuevos hallazgos ayudan a comprender mejor los procesos que moldearon la vida tal como la conocemos hoy.