Göbekli Tepe, el asombroso monumento antiguo en Turquía, sigue revelando los misterios de una civilización que floreció hace más de 10,000 años. Este complejo de templos, considerado el más antiguo de su tipo, ha sido objeto de numerosas investigaciones, y ahora, un nuevo hallazgo podría cambiar nuestra comprensión del uso del sitio.
Un grabado en una pared del complejo podría ser la evidencia más temprana de un calendario utilizado para seguir el paso del tiempo y el cambio de las estaciones. Estos hallazgos han sido publicados en la revista Time and Mind.
Posible observatorio
Aunque no se sabe con certeza cómo los pueblos neolíticos de Turquía usaban Göbekli Tepe, investigaciones recientes sugieren que el sitio pudo haber sido ocupado, al menos parcialmente, como un observatorio para monitorear los cambios en el cielo nocturno.
Uno de los pilares más destacados es el conocido como la «Piedra del Buitre», en el que se ha grabado la figura de un ave rodeada de patrones estilizados. Anteriormente, el ingeniero químico Martin Sweatman había propuesto que las figuras en la Piedra del Buitre podrían representar constelaciones.
Sin embargo, Sweatman también ha sugerido que otras tallas podrían registrar el impacto de un cometa hace unos 13,000 años. Esto coincide con un evento que desencadenó una mini edad de hielo conocida como el Dryas Reciente.
Nueva mirada
En su análisis más reciente, Sweatman sugiere que las marcas en forma de «V» talladas en los pilares podrían representar días, y que una de las columnas muestra un año de 365 días, compuesto por 12 meses lunares y 11 días adicionales para completar el año solar.
La figura del ave de rapiña en la Piedra del Buitre lleva un símbolo en forma de «V» en su cuello, que, según Sweatman, podría representar el solsticio de verano.
Aunque los hallazgos de Sweatman han sido cuestionados por los arqueólogos que excavan en Göbekli Tepe, su análisis ofrece una visión intrigante de cómo nuestros antepasados podrían haber registrado y controlado el tiempo. Este debate en curso es una victoria para la ciencia, revelando cada vez más la capacidad de los antiguos humanos para observar, analizar y registrar los cambios en su mundo.
Sweatman concluye que los habitantes de Göbekli Tepe eran observadores atentos del cielo, posiblemente motivados por el impacto de un cometa que devastó su mundo y que podría haber impulsado el desarrollo de la agricultura y la escritura milenios después.