Por primera vez, científicos han confirmado la existencia de una atmósfera sustancial alrededor de un exoplaneta rocoso. Este hallazgo, publicado en Nature, marca un hito en el estudio de los exoplanetas rocosos, sus complejas características y nos ayuda a entender mejor la dinámica planetaria.
El protagonista es Janssen, o 55 Cancri E, un exoplaneta tipo super-Tierra que orbita extremadamente cerca de su estrella anfitriona, conocida como Copernicus o 55 Cancri A. Esta estrella, la más brillante de un par binario de estrellas enanas, se encuentra a unos 41 años luz de la Tierra y fue una de las primeras en ser identificada como huésped de exoplanetas.
La peculiaridad de Janssen es su proximidad a Copernicus, lo que resulta en un período orbital de apenas 18 horas y temperaturas superficiales extremas. Estas condiciones hacen que la superficie del exoplaneta parezca un océano global de lava fundida, con temperaturas que alcanzan los 2,300 grados Celsius en su lado diurno.
Descubrimiento
A pesar de estas condiciones extremas, observaciones recientes realizadas con el Telescopio Espacial James Webb (JWST) han revelado algo sorprendente: la presencia de una atmósfera densa y volátil. Los datos sugieren que esta atmósfera no está compuesta principalmente por hidrógeno y helio, sino que está enriquecida con monóxido de carbono o dióxido de carbono; además de posibles trazas de agua, dióxido de azufre y fosfina.
El equipo dirigido por el científico planetario Renyu Hu, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y el Instituto Tecnológico de California, realizó observaciones detalladas de Janssen durante los eclipses secundarios, cuando el exoplaneta pasa detrás de su estrella.
Analizando la luz de Copernicus con y sin la contribución de Janssen, los científicos pudieron identificar la luz térmica emitida exclusivamente por el exoplaneta.
Detalles de la atmósfera
Este tipo de atmósfera, según los investigadores, no se habría formado junto con el planeta. La capa sería el resultado de emisiones volátiles provenientes del propio océano de magma de Janssen, un proceso similar al observado en la atmósfera de Ío, una de las lunas de Júpiter.
Este fenómeno también explicaría las variaciones en la emisión de radiación térmica del exoplaneta, detectadas anteriormente por el telescopio espacial Spitzer.
El descubrimiento desafía nuestras concepciones previas sobre la formación de atmósferas en condiciones extremas. Asimismo, nos ofrece un nuevo modelo para entender cómo los exoplanetas rocosos pueden retener o regenerar sus atmósferas a pesar de la intensa irradiación de sus estrellas cercanas.
Con la promesa de futuras observaciones utilizando el JWST y otros observatorios, los científicos esperan profundizar en el estudio de la atmósfera de Janssen y su interacción con la superficie y el interior del planeta. Este avance recalca la diversidad y la sorprendente complejidad de los mundos más allá de nuestro sistema solar.