Las salamandras, anfibios que parecen una mezcla de rana con lagartija, son un grupo muy diverso de especies que pertenecen al Orden Caudata dentro de la Clase Anfibia. Este orden incluye más de 750 especies, algunas de las cuales tienen pulmones, otras tienen branquias, y algunas ni uno ni otro sino que respiran a través de la piel. Veamos las cosas más interesantes sobre estos particulares animales.
Los estudios moleculares sugieren que las salamandras divergieron de las ranas en el periodo Pérmico, hace aproximadamente 290 Ma. Todas las especies de salamandras modernas pertenecen al grupo Urodela.
En los bosques del Norte
Estos pequeños anfibios habitan en el hemisferio Norte, con algunas excepciones en América del Sur. Ahí, en los bosques húmedos y cerca a fuentes de agua, algunas especies tienen la piel de colores opacos que usan para camuflarse, mientras que otras poseen colores vibrantes y llamativos, como la salamandra roja (Pseudotriton ruber) o la muy conocida salamandra común (Salamandra salamandra). Otras especies que me parecen particularmente simpáticas son la Ambistoma laterale, una especie nativa del Noreste de Estados Unidos y Canadá con piel oscura con manchas azules, y la salamandra veteada (Ambystoma opacum) la cual exhibe un perfecto contraste de manchas blancas sobre negro. Hermosa.
Estrategias de ataque y defensa
Esos colores tan llamativos de algunas salamandras, podrían hacernos pensar que son venenosas, pero lo cierto es que ellas no representan ninguna amenaza para las personas. Es cierto que, algunas tienen unas glándulas que exudan una sustancia tóxica cuando se sienten amenazadas por depredadores y que, podría causar urticaria. Por eso, con lo que respecta a biodiversidad y naturaleza es mejor seguir la regla de «mejor observar que tocar». Otra estrategia que tienen para evitar ser una presa, es apretar sus músculos, tanto que sus afiladas costillas atraviesan su piel para perforar el cuerpo de su enemigo. El famoso ajolote o axolotl (Ambystoma mexicanum) es conocido por desprenderse de sus extremidades cuando está siendo atacado y puede regenerar las partes perdidas, incluso órganos dañados.
La excepción hace la regla
No creas que todas las salamandras son pequeñas. Andrias japonicus es conocida como la salamandra japonesa gigante y, como su nombre lo dice, sus 1.70 metros la convierten en un verdadero gigante con sus primas de 15 cm. Otra especie especie que rompe récords para el continente asiático es la salamandra gigante china (Andrias davidianus) que alcanza a medir 1.80 metros. Pero el uradelo más grande y, de hecho el anfibio más grande del mundo, es la salamandra gigante del sur de China (Andrias sligoi), una especie recientemente identificada por científicos de la Sociedad Zoológica de Londres (SZL) que alcanza los dos metros de largo. Estas especies de salamandras gigantes se encuentran en peligro de extinción.
La dieta carnívora
Y a todo esto, ¿qué comen las salamandras? Pues son carnívoras. Sí, prefieren el alimento que se mueve; presas pequeñas como gusanos, caracoles e insectos. También peces pequeños y algunos crustáceos como las salamandras gigantes. Algunas otras especies comen ratones, ranas e incluso, otras salamandras.
Mecanismos diversos de reproducción
La reproducción de las salamandras no deja de sorprender hasta a los más conocedores de este grupo de anfibios. Muchas especies de salamandras ponen huevos, pero muchas otras son vivíparas. Para algunas especies la fertilización es externa, mientras que para otras es interna, aunque, curiosamente, el macho no posee un órgano copulador. Como puedes intuir, su reproducción es muy diversa. Las especies ovovivíparas, mantienen en su interior los huevos (así los protegen de los depredadores) y, cuando es el momento, nacen pequeñas larvas carnívoras. Algunas subespecies de la salamandra común, poseen una estrategia bastante particular de viviparidad. Mientras las larvas permanecen en su interior, la madre no transfiere en ningún momento sustancias nutritivas y, luego de desarrollarse, nacen las larvas pero muy hambrientas. Este mecanismo adaptativo surgió como una medida de proteger las larvas cuando no había suficiente humedad para que sobrevivan.
Una comunidad sin machos
Algo incluso más sorprendente es la ausencia de machos en algunas especies del género Ambystoma. Estas se reproducen, desde hace millones de años, mediante clonación. Sin embargo, bien sabemos que la en clonación no hay intercambio de material genético, y sin este las especies desaparecen. Para evitar su extinción, estas salamandras, eventualmente roban ADN de machos de otras especies, como para mezclar un poco su información genética. Este proceso se denomina cleptogénesis, y cuando ocurre, entre las hembras se estimula la producción de óvulos y buscan un macho de otra especie que actúe como donante de esperma. Los investigadores que están detrás del estudio que explicaba más a fondo la cleptogénesis en estas especies dicen que por mucho tiempo, evolutivamente hablando, las hembras sobreviven sin la necesidad de intercambio genético y que luego, por algunos periodos roban los genes. Sorprendentemente, esto no parece haber causado daño a este grupo particular de anfibios.