Unas pequeñas arañas saltarinas han superado una prueba la cual certifica que poseen una habilidad cognitiva, considerada hasta ahora exclusiva de los vertebrados.
Objetos inanimados y animados
Menemrus semilimbatus no mide más de 8 milímetros y se encuentra ampliamente distribuida en Europa, el sur de Asia y África. Hace poco fueron protagonistas de una investigación que comprueba que son capaces de discernir entre objetos animados e inanimados.
En los resultados publicados en PLOS Biology, se sugiere que esta capacidad puede observarse más ampliamente en el reino animal de lo que se pensaba. Además, gracias a estudios como estos, la configuración experimental sirve para probar a otros invertebrados de la misma manera.
«La presencia de un sistema de detección biológico basado en el movimiento en las arañas saltarinas profundiza las preguntas sobre los orígenes evolutivos de esta estrategia de procesamiento visual y abre la posibilidad de que tales mecanismos se extiendan por todo el reino animal».
De vida o muerte
En la naturaleza, distinguir entre ambos objetos es una cuestión de vida o muerte. Los animales con esta capacidad evaden a los depredadores o persiguen a sus presas.
Para comprobar que los pequeños invertebrados también poseen estas habilidades, eligieron a las pequeñas arañas saltarinas salvajes. Estas, como la mayoría de las arañas, tienen ocho ojos; pero los ojos de las arañas saltarinas incluyen dos grandes en la parte frontal, lo que posiblemente les da una visión tetracromática del color.
Por ello, el equipo liderado por el biólogo Massimo De Agrò recolectó 60 arañitas saltarinas y las sometieron a una prueba con puntos de luz especialmente elaborada para el experimento.
Primero fabricaron una pantalla con puntos de luz sobre las articulaciones de una araña. Si siguen el patrón de movimiento de una araña, las pequeñas saltarinas deberían reconocerlo. Cuando están quietos, esos puntos no transmitirán el mismo significado, serán solo puntos.
Asimismo, diseñaron otras pantallas con los puntos de luz, incluida una elipse en movimiento, y un movimiento aleatorio que no se parecía a los de ninguna criatura viviente.
Para mostrarle la animación, mantuvieron fijo el cuerpo de la araña sobre una «cinta de correr» esférica que rodaba sobre una corriente de aire comprimido. La forma en que la araña trató de caminar sobre la cinta de correr se consideró un indicador de su respuesta a las animaciones de puntos de luz. A cada una de las 60 arañas se les mostró las pantallas de los puntos y se registraron cuidadosamente sus reacciones.
Grabaron su reacción
Los investigadores observaron que las arañas saltarinas giraron sus cuerpos para mirar con sus grandes ojos las pantallas menos realistas. El efecto fue más pronunciado con la pantalla de luz con puntos aleatorios, que se movía menos como un organismo vivo.
Dicha reacción se debe a que los ojos secundarios en el costado de la cabeza de las arañas pueden no tener la misma agudeza visual que tienen los dos ojos grandes, pero les otorgan una visión de casi 360 grados. Para los autores, si la araña ve algo con los ojos secundarios y lo reconoce, o no, priorizará lo extraño, pues lo reconocible quedará en su campo de visión.
«Los ojos secundarios están mirando esta pantalla de luz puntual de movimiento biológico y ya son capaces de entenderla, mientras que el otro movimiento aleatorio es extraño y no entienden lo que hay allí«, explicó De Agrò.
Por si te lo estabas preguntando, ninguna araña saltarina silvestre fue dañada durante el experimento. Cada una fue devuelta al campo luego de contribuir con la ciencia.