La malrotación intestinal es un defecto de nacimiento que ocurre cuando los intestinos no rotan correctamente para alcanzar su posición normal. Las causas de esta afección no eran claras, hasta que un grupo de investigadores estadounidenses descubrió que la exposición a la atrazina, un herbicida común, puede ser la responsable.
«Nuestros resultados han proporcionado nuevas vías para explorar las causas subyacentes de esta anomalía congénita prevalente», dice Nanette Nascone-Yoder, especialista en biomedicina molecular de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
Alteración del desarrollo
Para llegar a esa conclusión, utilizaron embriones de rana como modelo experimental. Estos resultaron ideales debido a que el desarrollo de sus intestinos es similar al de los humanos y ocurre en un corto período, apenas unos días, lo que les permitió probar rápidamente su hipótesis.
«Como vertebrados, las ranas y los humanos comparten un ancestro común y tienen muchas características anatómicas similares, incluido un intestino que gira en sentido contrario a las agujas del reloj», comenta Nascone-Yoder.
Durante el desarrollo del sistema digestivo de los vertebrados, el tubo intestinal experimenta un crecimiento que supera la capacidad de espacio en el cuerpo. Esto lo lleva a enrollarse en una espiral compacta mediante un proceso conocido como rotación intestinal. Sin embargo, en uno de cada quinientos nacimientos, este proceso de rotación falla, provocando complicaciones graves como obstrucciones intestinales debido a que el intestino se enrolla sobre sí mismo.
Desequilibrio metabólico
Se cree que factores genéticos y ambientales desempeñan un papel en la malrotación, pero el proceso no se comprende bien. El equipo se centró en la atrazina tras descubrir que aumentaba drásticamente la frecuencia de rotación intestinal en la dirección incorrecta en experimentos con ranas.
La exposición a la atrazina provocó un desequilibrio metabólico que impidió a las células dividirse, crecer y reorganizarse normalmente. En consecuencia, a los tejidos les resultó más difícil estirarse, lo que acortó el tubo intestinal.
De acuerdo con el equipo, estos problemas de desarrollo intestinal son resultado del desequilibro generado por la atrazina en las reacciones redox del cuerpo. Los desequilibrios entre oxidantes y antioxidantes en una célula pueden influir en las enfermedades. Tratar a las ranas con antioxidantes antes de exponerlas a la atrazina evitó que sus intestinos se torcieran en sentido contrario.