Además de nuestra salud, la pandemia de COVID 19 ha afectado también a nuestra salud mental. ¿Qué tanto? No está aún del todo claro. Sin embargo, un estudio publicado en PLOS One, ha evaluado el impacto psicológico de las cuarentenas en la población de la exitosa Nueva Zelanda.
Una encuesta pública llevada a cabo a los neozelandeses a la mitad de la cuarentena, observó que los niveles de estrés, ansiedad y depresión aumentaron más de lo normal, especialmente entre los más jóvenes. Cabe señalar que el periodo de encierro en el país austral solo duró 33 días.
La encuesta
Entre los 2.010 encuestados, casi un tercio obtuvo una puntuación por encima del límite de angustia psicológica de moderada a grave. Del mismo modo, casi el 40% dijo que su nivel de bienestar era bajo. Como salvedad, los investigadores aclararon que el estudio no pudo distinguir si el impacto psicológico fue debido a la cuarentena o a otro factor.
“La cuarentena de Nueva Zelanda eliminó con éxito la COVID 19, pero nuestros resultados muestran que este logro trajo un costo psicológico significativo», dice la psicóloga Susanna Every-Palmer de la Universidad de Otago, Canadá. Ese costo se dio principalmente en quienes perdieron sus trabajos.
La mayoría de los afectados fueron jóvenes de entre 18 y 24 años y casi la mitad recibió una puntuación muy por encima del umbral de angustia psicológica moderada. Las personas mayores, por otro lado, parecían capear la tormenta mucho más fácilmente. A pesar de estar en mayor riesgo por el virus y a pesar de estar menos conectados en línea como grupo.
Esto no significa que las personas mayores hayan salido ilesas, pero los grupos de edad más jóvenes parecen particularmente vulnerables. Esto podría deberse a que el cierre de actividades coincidió con impactos económicos para diferentes grupos de edad.
Uno de los hallazgos más preocupantes tiene que ver con las mujeres. Desafortunadamente, si bien reducir el movimiento y mantener a las personas en el hogar puede salvar vidas en una pandemia, también puede ponerlas en riesgo. La encuesta encontró que la violencia doméstica había aumentado durante la cuarentena de Nueva Zelanda.
No todo fue malo
Sin embargo, no todo fue negativo. La cuarentena de Nueva Zelanda hizo que los encuestados puedan ver los aspectos positivos de permanecer aislados, dijo el estudio. Las personas entendieron su valor para ellos mismos y para la sociedad.
Según la encuesta, trabajar desde casa, pasar más tiempo con la familia y vivir en un ambiente más tranquilo les dio a las personas la oportunidad de hacer una pausa, reflexionar y considerar sus prioridades. Obviamente, estos efectos serán temporales y será interesante observar cómo la salud mental se ve afectada por cuarentenas más prolongadas.
Todas estas ventajas vienen sin mencionar, claramente, que el aislamiento ayudó a contener la epidemia y salvar vidas.
Las consecuencias a largo plazo de las cuarentenas y el aislamiento se conocerán eventualmente. Pero el estudio realizado en la nación insular puede darnos una idea de cuán dañino pudo ser escoger la opción de salvar vidas, a salvar la economía.