Un nuevo artículo, publicado en la página de la Asociación de Alzheimer, nos lleva a repensar cuál es el origen de esta trágica enfermedad.
Una teoría que tambalea
Hace unos meses, un suceso sacudió a la comunidad científica global. La prestigiosa revista Science anunció que un artículo publicado en 2006 en Nature, que identifica a un subtipo de proteína cerebral llamada beta-amiloide como la causa del Alzheimer, se habría basado en datos fabricados.
Este hecho es sumamente grave por diversas razones, entre ellas, sus implicancias en nuevos tratamientos para la enfermedad neurodegenerativa, los cuales se enfocan en la prevención de la formación de grupos de la misteriosa proteína que daña al cerebro.
Sin ir muy atrás, en junio de 2021, la FDA aprobó aducanumab, un beta-amiloide dirigido a anticuerpos, como tratamiento para el Alzheimer. Esto a pesar de que los datos que respaldaban su uso eran incompletos y contradictorios.
Las nuevas evidencias nos llevan a cuestionar el modelo bajo el cual estudiamos el Alzheimer. Probablemente, necesitemos un cambio de paradigma.
La confusión del sistema inmune
El profesor Donald Weaver, especialista de la Universidad de Toronto, declaró en The Conversation que su equipo estudia al Alzheimer desde hace 30 años. Esto les ha llevado a ya no verlo como una enfermedad principalmente del cerebro. Ellos concluyen que sería un trastorno del sistema inmunitario dentro del cerebro.
Cuando hay un traumatismo craneal, el sistema inmunitario del cerebro se pone en marcha para ayudar a repararlo. En ese sentido, la proteína beta-amiloide sería una molécula que se produce normalmente y que forma parte del sistema inmunitario del cerebro.
Debido a las sorprendentes similitudes entre las moléculas de grasa que forman las membranas de las bacterias y las membranas de las células cerebrales, la beta-amiloide no sería capaz de diferenciar entre las bacterias invasoras y las células cerebrales del huésped, atacando por error a las mismas células cerebrales que se supone debe proteger.
Esto conduce a una pérdida crónica y progresiva de la función de las células cerebrales, que finalmente culmina en la demencia. Todo por una falla de percepción: nuestro sistema inmunitario no puede diferenciar entre bacterias y células cerebrales. De esta forma, el Alzheimer emerge como una enfermedad autoinmune.
Nuevas ideas para abordar al Alzheimer
Sin embargo, Weaver aclara que esto no significa que el tratamiento contra el Alzheimer lo encontraremos en los medicamentos usados comúnmente contra enfermedades autoinmunes.
Además de la idea del Alzheimer como enfermedad autoinmune, comienzan a aparecer muchas otras teorías nuevas y variadas, cuenta Weaver. Por ejemplo, algunos científicos creen que el Alzheimer es una enfermedad de las mitocondrias, pequeñas estructuras celulares.
Otros sostienen que la enfermedad es el resultado final de una infección cerebral particular, y señalan a las bacterias de la boca como las culpables. Otro grupo piensa que el Alzheimer puede surgir de un manejo anormal de metales dentro del cerebro, posiblemente zinc, cobre o hierro.
Estas ideas pueden parecer extrañas para nosotros, pero considerando la amenaza a la salud pública que supone esta triste enfermedad, las nuevas ideas y direcciones son bienvenidas y necesarias.
Que curioso, esa confusión que experimentan los globulos blancos con las membranas de las bacterias localizadas en la boca que viajan hasta el cerebro y las células sanas del cerebro que no logran distinguir cual es cual de tanto que se parecen, le ocurre también al cerebro al ingerir alimentos que contienen gluten, según la gliadina (componente del gluten) es atacada por las citocinas (anticuerpos), pero a la vez ataca a las celulas sanas del cerebro porque no distingue cual es cual, lo que genera también Alzeheimer. Lo leí en el libro «Cerebro de Pan» del Dr. David Perlmutter
«Otro problema con los anticuerpos antigliadina es que pueden combinarse
directamente con proteínas específicas que se encuentran en el cerebro
y que se asemejan a la gliadina presente en los alimentos con gluten,
pues los anticuerpos no notan la diferencia». (Perlmutter, p.43)
«Niveles elevados de citocinas en enfermedades como Alzheimer, Parkinson,
autismo, esclerosis múltiple y hasta autismo Hay investigaciones que demuestran que algunas personas han sido mal diagnosticadas con esclerosis lateral amiotrófica —o enfermedad de Lou Gehrig— y en
realidad sólo son intolerantes al gluten, así que al eliminarlo de la dieta desaparecen los síntomas». (Perlmutter, p.43-44)