Son numerosas las investigaciones que buscan alternativas y medios para frenar el cambio climático. Pero mientras sigamos dependiendo de los combustibles fósiles, va a ser complicado lograr avances significativos. Quizá podamos hallar una solución si miramos más allá de las estrellas. Por ejemplo, un escudo de burbujas espaciales nos ayudaría a reducir la radiación solar.
Un grupo de científicos del MIT ha estado trabajando en este proyecto de geoingeniería para bloquear parte de la radiación del Sol que llega a la Tierra.
Pero, ¿por qué burbujas?
Uno de los principales motivos para usar burbujas en lugar de cualquier otro tipo de estructura (como una sombrilla espacial) es que no requieren de muchos recursos ni una exorbitante inversión. Además, son prácticas de enviar y desplegar en el espacio.
Las burbujas estarían compuestas por sustancias como silicio fundido que, variando su espesor, podrían reflejar diferentes longitudes de onda de la luz solar. Con un conjunto de estas burbujas se buscaría formar una estructura de película delgada del tamaño de Brasil.
Si ocurriese algún error durante el despliegue de dicha estructura, sería mucho más sencillo y efectivo reventar las burbujas para reemplazarlas con otras, que tener que lidiar con escombros de plástico esparcidos por el espacio.
¿Cómo funcionaría este escudo espacial?
Debemos tener en cuenta que es totalmente factible colocar una súper estructura en órbita entre la Tierra y el Sol. Las burbujas se enviarían a una zona conocida como Punto de Lagrange: un lugar del espacio en donde la gravedad del astro rey y de nuestro planeta generan una órbita estable.
Luego de alcanzar dicha zona, las burbujas formarían una estructura de película fina capaz de apantallar el 1.8% de la luz solar. Según los estudios realizados, este porcentaje es el ideal para reducir la temperatura en la Tierra lo suficiente como para frenar el calentamiento global.
Respecto a la resistencia de las burbujas para soportar el ambiente espacial, el grupo del MIT ya ha efectuado pruebas preliminares. En ellas inflaron burbujas delgadas a una presión de alrededor de tres milésimas de atmósfera a una temperatura de -50°C.
Aún no se redacta un artículo científico que compruebe la viabilidad de esta propuesta, pero las investigaciones deben continuar. Uno de los profesores involucrados afirmó que esta propuesta podría ayudar a tomar decisiones más informadas en los próximos años.