La Voyager 2 es una sonda que, luego de 41 años de viaje, finalmente salió de nuestro sistema solar en noviembre de 2018. Su misión, sin embargo, no ha terminado; la nave sigue enviado información a la Tierra sobre lo que sucede en el espacio interestelar más cercano.
En ese sentido, la Voyager 2 ha revelado algo sorprendente: a medida que se aleja cada vez más del Sol, la ‘densidad’ del espacio aumenta.
Esta no es la primera vez que se detecta este aumento de densidad en esta región. En 2019 la Voyager 1, que ingresó al espacio interestelar en 2012, también detectó un incremento de este tipo. Con esto, la Voyager 2 no solo confirma la detección previa, sino que nos otorga información de que el incremento de la densidad puede ser una característica a gran escala del espacio interestelar más cercano.
El estudio fue publicado en The Astrophysical Journal Letters.
¿Se esperaba un incremento en la densidad?
Solemos pensar en el espacio como un ambiente vacío, pero no lo es exactamente. Aunque la densidad de la materia en estas zonas es extremadamente baja, no es cero; existen partículas incluso aquí.
Solo para poner un ejemplo, en el sistema solar, encontramos una densidad promedio de protones y electrones de 3 a 10 partículas por centímetro cúbico. Esta densidad disminuye cuanto más lejos nos encontramos del Sol.
Antes de que cualquiera de las Voyager abandonara el sistema solar, los científicos esperaban que el espacio interestelar tuviera una densidad de plasma de solo 0,002 electrones por centímetro cúbico. Sin embargo, esto no fue lo que encontraron.
Densidades más altas de lo esperado
Luego de cruzar los límites del sistema solar, la Voyager 1 detectó una densidad de plasma de 0,055 electrones por centímetro cúbico. Por si fuera poco, luego de viajar por otros casi 3 mil millones de kilómetros más, la sonda había detectado un aumento de aproximadamente 0,13 electrones por centímetro cúbico.
Para la Voyager 2 la historia no fue diferente. Su primera detección en enero de 2019 encontró una densidad de plasma de 0,039 electrones por centímetro cúbico. Sin embargo, esta sonda encontró un incremento más agudo. Luego de avanzar por solo 600 millones de kilómetros, la nave detectó un incremento de 0,12 electrones por centímetro cúbico.
A modo de comparación, la densidad de plasma en la atmósfera de la Tierra tiene una densidad de 10^13 electrones por centímetro cúbico. Desde esa perspectiva, la densidad de plasma en los exteriores del sistema solar no parece tener demasiada relevancia. Sin embargo, para los científicos, este nuevo hallazgo despierta muchas preguntas.
¿Qué causa este incremento?
Una hipótesis que se maneja es que las líneas de campo magnético interestelar se vuelven más fuertes a medida que cubren el límite exterior del sistema solar, causando un incremento de electrones al borde del sistema solar. Esta hipótesis estaría sustentada en la evidencia que presentó la Voyager 2 al salir del sistema solar: encontró un campo magnético más fuerte de lo esperado.
Por otro lado, también creen que el material arrastrado por el viento interestelar estaría ralentizándose a medida que llega a los límites del sistema solar. Esto estaría provocando una especie de atasco o aglomeración en la zona. Esto también está sustentado en evidencia: en 2018 la sonda New Horizons detectó un brillo ultravioleta resultante de la acumulación de hidrógeno cerca a esta zona.
Es posible que ambas hipótesis tengan un porcentaje de influencia sobre este fenómeno. Por el momento, se espera que ambas sondas sigan recolectando información del medio interestelar que nos ayude a resolver el misterio. Claramente, esto podría tomar varios años.