Los suministros de oxígeno disuelto en cuerpos de agua alrededor del mundo están disminuyendo rápidamente. Los científicos advierten que esto representa uno de los mayores riesgos para el sistema de soporte vital de la Tierra. Una investigación publicada en Nature Ecology & Evolution ahonda en este asunto.
Al igual que el oxígeno atmosférico es vital para los animales, el oxígeno disuelto (OD) en el agua es esencial para los ecosistemas acuáticos saludables, tanto en agua dulce como marina.
Dado que miles de millones de personas dependen de estos hábitats para su alimentación e ingresos, es preocupante que el oxígeno en estos ecosistemas esté disminuyendo sustancialmente.
Límites planetarios
Un equipo de científicos propone que la desoxigenación acuática sea incluida en la lista de ‘límites planetarios’. Actualmente, existen nueve dominios que imponen umbrales dentro de los cuales la humanidad puede desarrollarse y prosperar sin causar daños irreparables al planeta:
- Cambio climático
- Acidificación de los océanos
- Agotamiento del ozono estratosférico
- Interferencia con los ciclos globales de fósforo y nitrógeno
- Tasa de pérdida de biodiversidad
- Uso global de agua dulce
- Cambio en el sistema terrestre
- Carga de aerosoles
- Contaminación química
El equipo liderado por el ecólogo de agua dulce Kevin Rose del Instituto Politécnico Rensselaer en EE.UU. considera que esta lista pasa por alto uno de los límites más importantes de la Tierra.
En su artículo, los autores escriben que «la desoxigenación observada en los ecosistemas de agua dulce y marinos de la Tierra representa un proceso adicional de límite planetario que es crítico para la integridad de los sistemas ecológicos y sociales de la Tierra».
Razones de la disminución
La concentración de oxígeno disuelto en el agua disminuye por varias razones. Las aguas más cálidas no pueden retener tanto oxígeno disuelto y, con las emisiones de gases de efecto invernadero aumentando las temperaturas del aire y el agua, las aguas superficiales son menos capaces de retener este elemento vital.
Además, la vida acuática puede consumir oxígeno más rápido de lo que el ecosistema puede reponerlo, y la proliferación de algas y bacterias debido a la entrada de fertilizantes, aguas residuales y desechos industriales, agotan rápidamente el oxígeno disponible.
En los peores casos, el oxígeno se vuelve tan escaso que los microbios mueren asfixiados, llevando consigo a especies más grandes.
El calentamiento acelerado de las aguas superficiales y la disminución de la salinidad en la superficie de los océanos, provocada por el derretimiento del hielo, aumentan la diferencia de densidad entre las capas de la columna de agua, lo que también contribuye a la desoxigenación.
Preocupación
Todo esto ha causado estragos en los ecosistemas acuáticos, de los cuales nuestra propia especie depende para alimentación, agua, ingresos y bienestar. Por eso, los autores hacen un llamado a un esfuerzo global concertado para monitorear e investigar la desoxigenación de las partes ‘azules’ de nuestro planeta.
Deben existir esfuerzos políticos para prevenir esta rápida desoxigenación y los desafíos asociados que ya comenzamos a enfrentar. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la escorrentía de nutrientes y las entradas de carbono orgánico podría ralentizar o potencialmente revertir la desoxigenación.