¿Sabías que las personas con asma parecen desarrollar menos tumores cerebrales? Así es, y al parecer los neurólogos han descubierto el porqué.
Curiosa relación
Hace unos 15 años, investigadores notaron una curiosa relación entre el asma y los tumores cerebrales, pero era considerada aleatoria pues aparentemente ningún mecanismo vinculaba las dos afecciones.
Sin embargo, en 2015, neurólogos publicaron un estudio en el que se señalaba que algunos niños genéticamente propensos a desarrollar tumores a lo largo de la vía óptica del cerebro no estaban desarrollando asma al mismo ritmo que cabría esperar de la población general.
Posteriores análisis de laboratorio encontraron evidencia de que los tumores de estos niños estaban siendo impulsados por una interacción entre el nervio óptico, células T y microglías. Las células T, o linfocitos T, son células del sistema inmunitario que ayudan a combatir infecciones y el cáncer.
El asma, aunque parezca que no tiene ninguna relación aquí, es una enfermedad inflamatoria mediada por células T. Por lo tanto, los neurólogos comenzaron a preguntarse si estas células inmunes conectaban las dos afecciones.
Asma en ratones
Tras la inquietante pregunta, los investigadores diseñaron unos experimentos utilizando ratones modificados genéticamente como modelo animal. Estos eran propensos a los tumores del nervio óptico, y les indujeron asma entre las 4 y 6 semanas de edad.
Los ratones con asma inducido no mostraron evidencia de tumores cerebrales a los 3 y 6 meses. Mientras tanto, aquellos ratones sin asma mostraron el esperado desarrollo de cáncer de cerebro. En el tejido conjuntivo existe una proteína llamada decorina, la cual se encontraba en concentraciones elevadas en el nervio óptico de un ratón. Esta impedía que las células T locales activen la microglía, células inmunes centinelas que se sabe que están asociadas con el crecimiento de tumores cancerosos.
Proteína en el foco de atención
Los autores de la investigación publicada en Nature Communications explican que es posible que el tratamiento con decorina inhiba potencialmente la acumulación de células cancerosas en humanos. Aunque se necesitarán más estudios para confirmar estos resultados en niños humanos con asma.
«También estamos analizando el papel del eccema y las infecciones de la primera infancia, porque ambos involucran a las células T«, escriben los especialistas.
«A medida que comprendamos mejor esta comunicación entre las células T y las células que promueven los tumores cerebrales, comenzaremos a encontrar más oportunidades para desarrollar terapias inteligentes que intervengan en el proceso».
La decorina, presente en la matriz extracelular, se une a las fibrillas de colágeno tipo I, jugando un importante papel en el ensamblaje de la matriz.Tiene como función principal la regulación del ciclo celular y es, por lo tanto, una macromolécula con importantes propiedades reparadoras, usada en la industria dermocosmética.