Las condiciones en la atmosfera de Venus son brutales. Con un ambiente dominado por el CO2 y temperaturas superiores a los 420 grados, es muy difícil la existencia de cualquier tipo de vida. Difícil pero no imposible. Esa es la conclusión de un reciente estudio publicado en PNAS.
Venus está envuelto perpetuamente en una capa de nubes de 20 km de profundidad, incluidas las capas de atmósfera templada de 48 km a 60 km. El consenso predominante es que estas nubes están formadas por gotitas de ácido sulfúrico concentrado.
Nubes venusinas
Si bien las nubes a menudo se describen como “templadas”, tal afirmación es engañosa cuando se trata de habitabilidad. Si las partículas de las nubes están hechas de ácido sulfúrico concentrado, entonces es difícil imaginar cómo podría sobrevivir una vida químicamente similar a la terrestre.
En la década de 1970, las sondas Venera 8 y Pioneer Venus detectaron provisionalmente amoníaco (NH3) en las nubes del planeta. “El amoníaco no debería estar en Venus”, dijo la profesora Sara Seager, investigadora del MIT.
“Tiene hidrógeno unido a él, y hay muy poco hidrógeno alrededor”, explica Seager. “Cualquier gas que no pertenezca al contexto de su entorno es automáticamente sospechoso de haber sido producido por la vida”, añade.
El amoniaco
En el nuevo estudio, la profesora Seager y sus colegas modelaron una serie de procesos químicos en busca de una respuesta. Descubrieron que, si la vida produjera amoníaco de la manera más eficiente posible, las reacciones químicas asociadas producirían oxígeno de forma natural.
Una vez presente en las nubes, el amoníaco se disolvería en gotitas de ácido sulfúrico, neutralizando efectivamente el ácido para hacer que las gotitas fueran relativamente habitables. La introducción de amoníaco en las gotas transformaría su forma líquida, antes redonda, en una suspensión más parecida a la sal y no esférica.
Una vez que el amoníaco se disuelve en ácido sulfúrico, la reacción desencadenaría la disolución del dióxido de azufre circundante. La presencia de amoníaco entonces podría explicar la mayoría de las principales anomalías observadas en las nubes de Venus.
Vida resistente
Los investigadores también muestran que fuentes como rayos, erupciones volcánicas e incluso el impacto de un meteorito no serían capaces de producir químicamente la cantidad de amoníaco necesaria para explicar las anomalías. Sin embargo, la vida sí.
De hecho, hay formas de vida terrestre que producen amoníaco para neutralizar y hacer habitable un ambiente que de otro modo sería muy ácido. “Hay entornos muy ácidos en la Tierra donde existe vida, pero no se parecen en nada al entorno de Venus, a menos que la vida esté neutralizando algunas de esas gotas”, señaló la profesora Seager.
Además, hay muchos otros desafíos que la vida debe superar para vivir en las nubes de Venus. “Para empezar, casi no hay agua allí, y toda la vida que conocemos necesita agua”, dijo el Dr. William Bains de la Universidad de Cardiff. “Pero si hay vida, neutralizar el ácido hará que las nubes sean un poco más habitables de lo que pensamos”, agregó.
Los científicos pueden tener la oportunidad de verificar la presencia de amoníaco y signos de vida en el futuro con las misiones Venus Life Finder. Este es un proyecto que planea enviar naves espaciales a Venus para medir sus nubes en busca de amoníaco y otras firmas de vida.