Por Mario E. Fuente Cid (@vicionez)
En días recientes se viralizó esta animación de la evolución de las ballenas
https://twitter.com/EvoIutlon/status/1675064573442002945
La publicación, compartida por la cuenta “Evolution Of Life” (@EvoIutlon), alcanzó más de 20 millones de reproducciones y casi 2,500 comentarios. Muchas de estas respuestas fueron de creacionistas, personas que, bajo una particular interpretación de los textos bíblicos, rechazan la teoría de la evolución
argumentando que la diversidad de la vida en la Tierra es el resultado de un acto intencional de creación divina. Varias personas expresaron su preocupación sobre esta situación, destacando lo peligroso de este pensamiento dogmático y anticientífico.
Sin dejar de señalar lo alarmante de estos postulados antievolucionistas, considero que la forma en que se presenta la evolución en esta animación es problemática y no ayuda a aclarar esas malinterpretaciones.
La publicación compartida ejemplifica la idea imprecisa de la evolución como un proceso lineal, donde no están representados los cambios ambientales o poblacionales sino la adaptación de un solo individuo a otro medio. En la animación se muestra la transformación de un Pakicetus, el ancestro más antiguo conocido de los cetáceos, en animales de los géneros Ambolucetus, Kutchicetus y Dorudon.
Esta forma de representar el pasado no es exclusiva de la biología. En Historia, la línea del tiempo también muestra una visión y proyección de los procesos desde el presente, donde estos parecen conspirar para terminar en un solo fin. Las historias, ya sean de las ballenas o de las personas, parecen entonces tener un principio, desarrollo y final claro, como si fueran obras literarias, como si fueran cuentos. Sin embargo, entre estas etapas del cuento tan claramente narrado existen enormes vacíos de información que deben hacerse explícitos. Parte de estos mitos evolutivos ya habían sido comentados en este video del Robot de Platón, pero siempre vale la pena volver a desmentirlos.
Entre el Pakicetus y el Dorudon muchas especies de cetáceos se extinguieron, otras se ramificaron y, sobre todo, muchas más nos son desconocidas: existen significativas ausencias donde no contamos con evidencia en el registro fósil. Además, esta animación de la historia de los cetáceos olvida un aspecto crucial: la historia de los estudios sobre la historia de los cetáceos. Para quienes hacemos divulgación, referir a los estudios que han construido este conocimiento es tan importante como los resultados presentados.
Junto a la crítica de esta visión lineal de la evolución, la divulgación se enfrenta a la hipersíntesis: entre el primer y último animal hay aproximadamente 10 millones de años, pero aún faltarían 40 para llegar a las ballenas y delfines actuales. La animación carece de esta dimensión temporal. Cuando se trata de fósiles nos enfrentamos a números tan grandes que nos resultan difícilmente comprensibles:
Si un milímetro representara un año, un dedo de 7 centímetros representaría 70 años, la esperanza de vida media en muchos de nuestros países. Caminar cuatro pasos, alrededor de dos metros, nos situaría en el año cero de nuestra era, lo que equivaldría a dos mil años. Nos tomaría unas diez horas caminar los 50 kilómetros que hacen falta para llegar al tiempo en que vivió el Pakicetus, el ancestro conocido más antiguo de todos los cetáceos modernos.
Cuando hablamos de evolución estas son las enormes dimensiones a las que nos enfrentamos. Muchos de los comentarios creacionistas en la publicación original asumen, más o menos, que si un perro ha pasado mucho tiempo en el agua y no se ha convertido en una ballena se demuestra que la teoría de la evolución es falsa. La animación no ayuda al no situar ese proceso en estas enormes escalas temporales.
Además Pakicetus, Ambolucetus, Kutchicetus y Dorudon representados en la animación, no necesariamente son «escalones» uno del otro. Se está reconstruyendo el rompecabezas a partir de piezas sueltas y sobresimplificándolo en un esfuerzo por presentarlo de manera didáctica. Nunca hay que olvidar que nuevas evidencias o perspectivas de estudio pueden cambiar nuestra comprensión del pasado.
Dicho de otra manera, en la animación se está más cerca de la evolución de los Pokémon que de cómo esta ha sido entendida por la comunidad científica.
Hay que pensar que, además, el creacionismo ofrece respuestas que las personas pueden aceptar sin mayor problema y, de esta manera, les libera de incertidumbre al brindarles una verdad en la que creer. Sin embargo, a diferencia de la religión, la ciencia no busca la verdad, sino el conocimiento. Al entrevistar a una persona que se dedica a la ciencia obtendremos, seguramente, más preguntas que respuestas, y aún estas estarán llenas de palabras como «posiblemente, quizá, es probable que».
Tampoco estoy diciendo que debamos “creer” fielmente en la evolución, ya que la evolución no es necesariamente una creencia, sino una teoría. Y una teoría se pone constantemente a prueba, se consolida e incluso se refuta. Una teoría no es, por tanto, más falsa ni más verdadera, sino más comprobable o menos comprobable. El video de las ballenas no solo es problemático por sí mismo, sino que la cuenta que lo compartió, “Evolution Of Life”, tiende a mostrar este proceso lineal en diferentes especies y objetos de la vida cotidiana.
Comparemos el ejemplo del video con el texto de divulgación «Origen y evolución de los cetáceos» de Angelio Aguayo Lobo y Carlos Esquivel Macías, del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la UNAM. En este encontramos un enorme esfuerzo por referirse a los contextos ambientales y a los distintos mecanismos por los cuales los organismos evolucionan, muy gradualmente, del agua a la tierra y viceversa. Y, lo más importante, se mencionan las investigaciones y los investigadores que han referido estas hipótesis y con base a qué han propuesto sus postulados.
En ese texto se comparte un diagrama de la evolución de los cetáceos que es de lo más interesante. En él se muestran las ramificaciones, las escalas temporales y los grandes vacíos que existen en el registro fósil. Se puede observar que hacia el presente, el número de especies aumenta, pero esto no se debe a una mayor diversidad en la actualidad, sino a que todavía existen muchas especies extintas que no se han descubierto.
Aunque hay que advertir que el artículo de la UNAM tiene más de 30 años y seguramente muchos postulados han sido perfeccionados o modificados, el presente texto no tiene la intención de hacer una actualización de la historia evolutiva de los cetáceos para el público en general, sino de problematizar cómo se está divulgando el devenir temporal, evolutivo en este caso. Podríamos haber mencionado diferentes ejemplos: caballos, homínidos o dinosaurios aviares, y nos enfrentaríamos a los mismos problemas explicativos: la dificultad de sintetizar un proceso tan lleno de ausencias, tan complejo y tan largo.
Es difícil explicar esto en un video de 30 segundos, sobre todo en una época en la que los formatos de contenido están basados en la hipersíntesis y la gratificación inmediata. Aunque más que inmediata, lo importante es la gratificación en sí misma, porque la investigación está llena más de incertidumbres que de certezas. En la incertidumbre no suele haber mucho espacio para la gratificación, sino más bien angustia, y esta no suele venderse muy bien. Si bien es poco fértil tratar de convencer a creacionistas, las nuevas generaciones merecen un acompañamiento que les permita fomentar un sentido crítico del mundo, como se comentaba en el artículo de Robotitus “¿Por qué no se puede discutir con un teórico de la conspiración?”
Considero que en la divulgación debemos de estar en constante reflexión sobre cómo llevamos a cabo esta importante labor y siempre mostrar contraejemplos de lo que hacemos. Como decía al inicio, es importante señalar los peligros del creacionismos, pero sobre todo ser críticos ante la forma en que se presenta y valida la información que divulgamos frente al gran público. El evolucionismo y sus viejos mitos también son un paradigma a vencer.
El video está tomado del compartido por el museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa (@Te_Papa). Las ilustraciones fueron hechas por el paleoartista Carl Buell. Más allá del contenido en sí también es poco ético remover los créditos y el origen de la animación.
El eslabón perdido que dicen, gracias por la publicación.