La rinosinusitis crónica no es solo un malestar que causa congestión nasal persistente y dolores de cabeza. Una nueva investigación ha encontrado un vínculo entre esta afección y cambios en la actividad cerebral. Los detalles se publicaron en JAMA Otolaryngology-Head & Neck Surgery.
El equipo de la Universidad de Washington espera que el descubrimiento ayude a explicar algunos de los otros efectos comunes de la inflamación persistente. La condición, por ejemplo, genera dificultad para concentrarse, episodios de depresión, dificultad para dormir y mareos.
Malestar
Hallar una conexión entre la enfermedad subyacente y el procesamiento neuronal en otros lugares podría ser vital para comprender la afección crónica. Asimismo ayudaría en los esfuerzos para desarrollar formas mejores y más efectivas de tratarla.
“Este es el primer estudio que relaciona la inflamación crónica de los senos nasales con un cambio neurobiológico”, dice la otorrinolaringóloga Aria Jafari. “Sabemos por análisis anteriores que los pacientes con sinusitis a menudo deciden buscar atención médica no porque tengan secreción nasal y presión en los senos nasales, sino porque la enfermedad afecta la forma en que interactúan con el mundo”.
Según la investigadora las personas que sufren de ese mal no pueden ser productivos, pensar se les hace difícil, y duermen pésimo. “Es un gran impacto en su calidad de vida. Ahora tenemos un mecanismo prospectivo para lo que observamos clínicamente”, agregó.
El estudio
Se aprovecharon los datos del Proyecto Conectoma Humano para encontrar 22 sujetos con rinosinusitis crónica y 22 sujetos de control sin inflamación. Luego, emplearon los datos de las exploraciones de resonancia magnética funcional para comparar el flujo sanguíneo y la actividad neuronal en el cerebro.
En aquellos con inflamación de los senos nasales, el equipo detectó una menor conectividad funcional en la red frontoparietal (utilizada para la atención y la resolución de problemas), una mayor conectividad funcional en la red de modo predeterminado (vinculada a la autorreferencia y la distracción mental) y una menor conectividad funcional en la red de prominencia (que gestiona los estímulos externos, la comunicación y el comportamiento social).
Las diferencias fueron más significativas en las personas con rinosinusitis más grave. En conjunto, estos puntos de actividad aumentada y disminuida en el cerebro estarían detrás de los síntomas que informan las personas.
Cambios neurológicos
Sin embargo, los 22 sujetos con rinosinusitis crónica no mostraron signos notables de deterioro cognitivo en las pruebas. Como fueron seleccionados de un grupo de personas de 22 a 35 años, para los investigadores, este tipo de declive puede ocurrir más adelante en la vida, algo que solo un estudio longitudinal podría detectar.
“Los sentimientos subjetivos de disminución de la atención, las dificultades para concentrarse o los trastornos del sueño que experimenta una persona… podrían estar asociados con cambios sutiles en la forma en que las regiones del cerebro que controlan estas funciones se comunican entre sí”, dice la otorrinolaringóloga Kristina Simonyan, de la Universidad de Harvard.
Los tratamientos actuales pueden durar varios años y la gravedad de la inflamación suele ir en ciclos y engrosar los tejidos de los senos nasales. Si bien la cirugía puede ayudar, no garantiza que los síntomas de la enfermedad no vuelvan a ocurrir.
Finalmente, el nuevo análisis no muestra que la inflamación crónica de los senos paranasales cause directamente cambios en la actividad cerebral; pero los resultados son suficientemente necesarios como para seguir investigando. En el futuro podría estudiarse cómo dicha actividad cerebral cambió después del tratamiento para aquellos diagnosticados con rinosinusitis crónica, por ejemplo.