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La exposición intensa al frío podría ayudarte a dormir mejor

(RichLegg/E+/Getty Images)

Si quieres mejorar tu sueño, aquí tienes algo nuevo: pasar 5 minutos al día en una cámara de crioestimulación a -90 °C. Parece extremo, pero un estudio reciente publicado en Cryobiology, mostró que este “congelamiento profundo” mejora el sueño y el estado de ánimo. Eso sí, los beneficios tardan unos días en aparecer.

Aunque probablemente no tengas una cámara criogénica en casa, esta técnica podría inspirar tratamientos para quienes sufren problemas de sueño. También podría ser útil para atletas en recuperación, combatir la inflamación crónica o incluso ayudar en las primeras etapas de la demencia. Olivier Dupuy, kinesiólogo en Canadá, explica que la crioestimulación aumenta el sueño de ondas lentas, la fase más reparadora del sueño, en un promedio de 7,3 minutos durante los primeros ciclos.

El estudio incluyó a 20 personas saludables, con una edad promedio de 23 años, que participaron durante cinco días. Cada día, pasaban 5 minutos en la cámara criogénica y luego seguían su rutina normal, aunque sin alcohol, cafeína ni deportes. Por la noche, los investigadores monitoreaban su sueño con sensores cerebrales y cardíacos, y los participantes llenaban cuestionarios sobre su descanso.

Los resultados mostraron más sueño de ondas lentas, clave para la memoria, además de mejoras en el estado de ánimo y reducción de la ansiedad, especialmente en mujeres. Dupuy menciona que hombres y mujeres responden de manera diferente al frío, por lo que ajustar la «dosis» según el género podría ser importante, aunque esto necesita más estudio.

Sin embargo, algunos aspectos del sueño, como el tiempo para quedarse dormido o las fases REM, no cambiaron con la crioestimulación. Y aunque los resultados son prometedores, el tamaño de la muestra es pequeño, así que se necesita más investigación para entender completamente el vínculo entre el frío extremo y el mejor sueño.

Sabemos que la crioestimulación ya ayuda a reducir la inflamación, mejorar la recuperación cardíaca tras el ejercicio y aumentar el bienestar general. Este estudio sugiere que también podría beneficiar la calidad del sueño. Dupuy resalta que el uso del frío con fines terapéuticos no es algo nuevo: los griegos antiguos ya lo usaban. Y algo está claro, asegura: «Esto no es un efecto placebo».

La investigación, abre nuevas posibilidades para explorar el frío como aliado del sueño reparador.

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