En 2015 comenzó el proyecto ATLAS, la investigación oceánica más grande hasta la fecha. Ahora, luego de 45 expediciones, 12 lugares en el Atlántico y la participación de más de 80 científicos, el proyecto da a conocer sus resultados. Los resultados ya han producido 113 artículos revisados por pares, y 98 que están por salir.
Los investigadores descubrieron una docena de especies, incluidos peces, corales de agua fría y otras especies de esponjas invertebradas. Sin mencionar el descubrimiento de 35 especies conocidas en áreas del Atlántico norte previamente desconocidas.
Con la ayuda de robots submarinos los científicos encontraron un tipo de crecimiento de coral, conocido como Epizoanthus martinsae, que prospera en corales negros a más de 400 metros de profundidad.
Otros descubrimientos incluyen un tipo de animal sedentario parecido al musgo, llamado Microporella funbio. Éste se encontró en un volcán de lodo submarino frente a las costas de España. Otro animal parecido, llamado Antropora gemarita, también se encontró filtrando y alimentando partículas de comida a la deriva en las profundidades del mar.
Ecosistemas bajo riesgo
Sin embargo, todas estas hermosas especies recién descubiertas podrían estar bajo riesgo. “Solo en los últimos 20 años hemos descubierto cuán variados y vulnerables son estos hábitats de aguas profundas realmente”, explica Murray Roberts, coordinador de ATLAS.
Por ejemplo, las esponjas y los corales forman la base de la mayoría de los ecosistemas. Los biólogos marinos se refieren a ellos como las “ciudades” de las profundidades, que proporcionan alimento y refugio a muchos tipos de peces. Pero en un mundo que cambia rápidamente, estos ecosistemas parecen particularmente vulnerables a la actividad humana.
A pesar de su nombre, los corales negros no siempre son negros y, aunque no se blanquean con temperaturas altas como los corales menos profundos, el cambio climático sigue siendo su mayor amenaza.
Dada su propensión a crecer en las profundidades, todavía tenemos muy poca información sobre el estado de conservación de estos corales. Esto significa que podrían extinguirse incluso antes de que los encontremos. Lo mismo ocurre con cualquier especie de aguas profundas que dependan de ellas para sobrevivir.
Otras amenazas
Además del calentamiento del océano, existen otras amenazas para las comunidades de aguas profundas. El proyecto ATLAS descubrió que la acidificación del océano y la pesca también podrían poner en alto riesgo a casi el 20% de los ecosistemas.
La acidificación es uno de los resultados más desastrosos para los corales, ya que corroe el esqueleto de estos arrecifes. “Eso está atacando los cimientos de enormes arrecifes de coral de aguas profundas”, explicó Roberts a ABC News Australia. “Las predicciones muestran que la idoneidad de los hábitats realmente colapsará durante los próximos 100 años”.
Además, las principales corrientes del Atlántico se están desacelerando con el cambio climático. Esto significa que el agua cálida y salada que generalmente se lleva al norte está tardando más en enfriarse y hundirse, lo que posiblemente haga que el nivel del mar suba o cambie los patrones climáticos globales.
El proyecto ATLAS habrá terminado, pero otros continuarán. Investigadores en América del Sur ya se están preparando para emprender un proyecto similar en el menos explorado Atlántico sur. La exploración está programada para terminar en 2023.