Charles Michener fue un biólogo apasionado por la entomología con un gran amor por las abejas. Su obra más destacada, «The Bees of the World» se publicó en el año 2000. Años antes, en 1965, había descrito una nueva especie de abeja enmascarada en el archipiélago Tuamotu de la Polinesia Francesa, un hallazgo sorprendente debido a la ubicación inusual de esta especie.
Michener nombró a la abeja Hylaeus tuamotuensis y señaló que sus parientes más cercanos se encuentran en Nueva Zelanda, a más de cuatro mil ochocientos kilómetros de distancia, al otro lado del Océano Pacífico. Este hecho planteó una de las preguntas más desconcertantes para la comunidad científica, ¿cómo un insecto tan pequeño pudo realizar un viaje tan largo?
Durante décadas, esta incógnita permaneció sin respuesta, hasta ahora. Un equipo de investigadores ha propuesto que los antepasados de H. tuamotuensis viajaron de isla en isla, dejando un rastro evolutivo a su paso, hasta llegar a Tuamotu.
Buscar en lo alto
Los biólogos recolectaron evidencia colocando redes en lo alto de los árboles. Así, descubrieron ocho especies de abejas Hylaeus, incluidas seis que viven en Fiji y que nunca antes habían sido descritas. La diversidad de Hylaeus en estas paradisiacas islas sugiere que los antepasados de H. tuamotuensis podrían haber llegado a su remoto hogar viajando de isla en isla a través del Pacífico.
A medida que las abejas individuales se trasladaban de una isla a otra, evolucionaban constantemente hasta convertirse en especies separadas, según informan los investigadores en Frontiers in Ecology and Evolution.
Los entomólogos especializados en abejas generalmente utilizan redes al ras del suelo, pero durante un viaje a Fiji en 2019, James Dorey adoptó un enfoque diferente. Sabía que algunas abejas en Australia tienden a volar en las copas de los eucaliptos o árboles de caucho, y pensó que las abejas en Fiji podrían hacer lo mismo. Se equipó con una red más larga y comenzó a balancearla hacia el cielo.
“Tan pronto como pude probar un árbol en flor, atrapamos Hylaeus. Estaba claro que teníamos más de una nueva especie de ese árbol,» dice Dorey. «La búsqueda de abejas en las copas de los árboles es relativamente rara. Pero estamos empezando a darnos cuenta de que, en realidad, hay mucha diversidad de abejas allí arriba.»
Los próximos entomólogos
Si bien está claro que H. tuamotuensis no está sola, aún quedan muchas preguntas por resolver, como cuál fue la ruta que tomaron las distintas abajas hasta llegar ahí. Podrían haber sido arrastradas por las tormentas a través del Pacífico, o transportadas en los troncos de madera donde anidan.
«Si anidas en la madera y un trozo de madera cae al océano, se desplaza miles de kilómetros y aterriza en un lugar habitable, esa es una forma plausible de que estas abejas se dispersen». No serían las primeras abejas que viajan de esa forma.
Entre la comunidad de fiyianos hay mucho entusiasmo por sus especies nativas de abejas, y ahora más estudiantes quieren capacitarse en entomología y recolección de abejas. Estudiarlas puede aportar más pistas a nuestra comprensión de la evolución de las especies. Y para Dorey está claro que «los expertos en abejas de Fiji deberían ser fiyianos.»