Una especial comunicación entre el cerebro y el sistema inmunitario ocurre con el propósito de quemar depósitos profundos de grasa en ratones, según investigación publicada en Nature.
Trabajo en equipo
Por primera vez, científicos han identificado una vía que combina el cerebro y el sistema inmune que está directamente relacionada con el control de la grasas.
Los depósitos profundos de grasa, también llamados grasa visceral, son ese tejido amarillo que envuelve a los órganos del abdomen y tiene importantes funciones. Sin embargo, la acumulación de la grasa visceral sobre los límites saludables, puede causar enfermedades cardíacas y cáncer.
Desde hace algunos años los científicos llevan cocinando una sospecha. Piensan que el sistema nervioso y el inmunitario son aliados para controlar ese tejido amarillo. Su sospecha se basa, entre otras cosas, en que la grasa profunda alberga fibras nerviosas y células inmunes.
En un trabajo previo, los investigadores encontraron que la grasa visceral alrededor del pulmón se controla a través de mensajes entre los nervios y las células inmunitarias. Parece un sueño para las personas que no nos llevamos bien con el deporte. Sin embargo, la mala noticia apareció cuando observaron que en la grasa profunda alrededor de los ovarios o testículos de un ratón no existía esa relación.
El rastreador
Los científicos no se rindieron y decidieron buscar en otros tejidos.
«Investigamos a otros candidatos en el tejido, y finalmente nos encontramos con un ‘intermediario’ bastante inesperado«. Así lo explica Ana Filipa Cardoso, bióloga molecular del Centro Champalimaud para lo Desconocido en Portugal.
Este intermediario sorpresa son las células mesenquimales (MSC son sus siglas en inglés), células madre adultas multipotentes que se pueden diferenciar de diversos tipos celulares.
«La opinión generalizada era que producían principalmente el andamiaje del tejido, sobre el cual otras células ‘harían el trabajo’. Sin embargo, los científicos han descubierto desde entonces que las CMM desempeñan múltiples funciones activas esenciales«, dice el inmunólogo Henrique Veiga-Fernandes.
Los investigadores se han concentrado ahora en rastrear los nervios que inervan a las CMM para conocer su ruta. Para ello los investigadores inyectaron un retrovirus brillante en los nervios de ratones, así, llegarían a la fuente original de los nervios. Esta resultó ser no una sino distintas áreas discretas en el tallo cerebral, el mesencéfalo, la amígdala y el hipotálamo.
El intérprete
Los autores prestan particular atención al hipotálamo, pues su núcleo es importante en el metabolismo del organismo. Ellos sugieren que esta área del cerebro es un «eje central» para el control de la grasa.
Desde el hipotálamo los mensajes se envían a células inmunitarias específicas dentro de la grasa profunda para garantizar el equilibrio energético en todo el cuerpo.
Para la grasa visceral alrededor de los pulmones, estos mensajes neuronales parecen ir directamente al grupo 2 de las células linfoides innatas. Pero en las gónadas, parece que primero necesitan ser «traducidas» por las MSC antes de que puedan enviarse a las células inmunitarias cercanas que regulan el metabolismo de las grasas.
«Es como si las células neurales e inmunes no hablaran el mismo idioma y las MSC actuaran como intérpretes«, dice Veiga-Fernandes.
Aunque estos hallazgos se limitan a los ratones, los autores tienen particular optimismo en su descubrimiento. En el futuro quizá puedan imitar el proceso de comunicación aquí revelado para controlar las reservas profundas de grasa. Sobre todo, aquellos que son particularmente dañinos.